Si quieres ser un buen padre, sé un buen esposo
El último libro de Piero Ferruci, "Nuestros maestros los niños" ya ha sido traducido a 11 idiomas. Allí él dice: "Ha hecho falta tiempo, pero al final me he dado cuenta: la relación con mis hijos pasa a través de la relación con mi mujer. No puedo tener con ellos una buena relación si mi relación con ella no es buena".
La experiencia clínica de Ferruci le ha demostrado que "cada ser humano es el resultado de la relación entre dos individuos: su padre y su madre. Y esa relación sigue viviendo dentro de nosotros como una armonía bellísima o como una laceración dolorosa. La relación entre nuestros progenitores -dice Ferruci- nos constituye en lo que somos. Y esto es verdad también en la época de la familia dormitorio, de los progenitores single, de la fecundación artificial, de la manipulación genética, de los vientres de alquiler, de los bancos de espematozoides... Un niño siente con todo su ser la relación entre sus progenitores, sea cual sea, la siente en sí mismo.
Si la relación está envenenada, el veneno circulará por su organismo. Si la atmósfera no es armoniosa, crecerá en la disonancia. Si está llena de ansias e inseguridades, también su futuro será incierto".
La conclusión entonces parece clara: si quieres ser un buen padre, sé un gran marido. Si quieres ser una buena madre, sé una gran compañera para tu marido. Esto que parece simple, en la práctica no lo es. ¿Por qué? Ferruci responde en primera persona, con gran humildad:
"A veces he olvidado esta realidad. He tenido demasiada confianza. Sabiendo que nuestra relación va bien, la he dejado allí". Abandonada la relación a su propia suerte, pronto aparecen los disgustos, las recriminaciones. Cuando un matrimonio reacciona a tiempo y recupera lo bello de su amor, los primeros en darse cuenta son los hijos. Y cuenta su propia experiencia, después de una temporada en que, obsesionado por escribir sus libros, comenzó a levantarse a las 5 de la mañana y a pasar el día rabiando por el ruido y las interrupciones:
"Comencé a sentirme deprimido, algo no andaba bien. Al fin comprendí lo que sabía pero no quería admitir. El orden de mis prioridades estaba equivocado.
Decidí devolver a Vivien, mi mujer, un marido que no se cayera de sueño. Después ocurrió algo sutil y sorprendente. Mejoró la relación entre Emilio y Vivien. No es que fuese una relación mala, pero había algo que no me gustaba. A menudo Emilio era descortés con ella y hablaba conmigo como si Vivien no existiera, ignorándola como el machista más encallecido. Después lo he entendido: Emilio me mostraba cuál era mi actitud hacia Vivien... Era yo quien la transformaba en una sombra. Por fortuna me di cuenta a tiempo".
¿Cómo mantener y mejorar constantemente la relación conyugal? Este autor italiano es un gran romántico y cree que la fuente de amor para los esposos radica en el recuerdo de sus mejores momentos.
"Al contrario de lo que muchos piensan, yo creo que el hecho de enamorarse es el instante más auténtico de la relación entre dos personas; es cuando ellas ven que todas las posibilidades se abren ante ellas, cuando tocan la esencia y belleza del amor... Ante los ojos de mi mente desfilan nuestros momentos más luminosos: el primer paseo juntos, la decisión de casarnos una tarde de septiembre, Vivien que acude a recibirme al aeropuerto un día de lluvia. El concierto durante el embarazo de Emilio...
Todo eso es el origen, la fuente: el lugar en que todo va bien y es perfecto. Resulta positivo regresar de vez en cuando a los orígenes y beber de aquella fuente de agua pura".
www.mujernueva.org
Cuando la educación sexual vulnera los derechos de los padres
· Fuente: The New York Times
En un artículo publicado en el New York Times, dos expertos en teoría política sostienen que utilizar las clases en la enseñanza pública para adoctrinar a los alumnos en una determinada ideología sexual constituye una grave vulneración de los derechos de los padres. Con motivo de una controvertida asignatura de educación sexual propuesta para los colegios públicos de primaria de la ciudad de Nueva York, Robert P. George y Melissa Moschella –profesores de teoría política en la Universidad de Princeton, New Jersey– se preguntan si los contenidos de esta materia pueden llegar a vulnerar los derechos de los padres. Entre otras cosas, el programa propuesto por Dennis M. Walcott, responsable de los colegios públicos de la ciudad de Nueva York, les dice a los chavales de 10 y 11 años que se olviden de lo que han aprendido hasta ahora sobre el sexo (lo que incluye las lecciones paternas) para “reaprenderlo” de boca de sus profesores, o se les informa con diversos materiales sobre conductas que seguramente sonrojan a los propios padres. Como expertos en teoría política, los profesores George y Moschella van al núcleo del asunto: es cierto que el Estado tiene una legítima preocupación respecto a la salud pública de sus ciudadanos, pero ¿hasta qué punto puede tomar partido por una visión controvertida de la sexualidad? Porque “el efecto de tales lecciones tiene más que ver con promover cierta ideología sexual entre los jóvenes que con proteger su salud”. “¿Debería el gobierno forzar a los padres –al menos, a aquellos que no pueden pagar un colegio privado– a enviar a sus hijos a clases que pueden contradecir sus convicciones morales y religiosas en cuestiones que afectan a su intimidad y su conducta personal?”. A juicio de estos profesores, la respuesta es que “tanto los progresistas como los conservadores deberían responder que no. Semejantes medidas vulneran los derechos de los padres. Y eso tanto si eres musulmán, judío, cristiano, hindú, budista, o si careces por completo de religión”. El sagrado territorio de la conciencia Para explicar su postura, George y Moschella se fijan en la profunda relación que une a padres e hijos; esa relación “crea unos deberes, que los derechos paternos sirven y protegen”. Precisamente porque los hijos llegan al mundo en un estado de necesidad absoluta, los padres tienen la obligación de ayudarles a alcanzar la madurez; lo que supone atender a sus necesidades físicas y emocionales, pero también a su desarrollo intelectual y moral. Dado que los asuntos relativos a la moral y a la religión son particularmente delicados, en último término es responsabilidad de los padres –aunque pidan ayuda– formar a sus hijos en estas materias. Esta responsabilidad de los padres (y la libertad para educar a sus hijos en las convicciones morales que estimen oportunas) es algo tan íntimo y sagrado como el derecho a practicar una religión. Por eso, a juicio de estos autores, adoctrinar a los niños en cuestiones de conciencia y contra las convicciones de sus padres es algo tan grave como obligar a unos padres musulmanes a que sus hijos participen en una misa católica. George y Moschella admiten que “el Estado tiene un interés legítimo en reducir los embarazos adolescentes y la expansión de las enfermedades de transmisión sexual”. Pero eso no convierte en incorrecto ni en irracional el empeño de los padres por preservar la conciencia de sus hijos preadolescentes ni por “limitar el control del Estado sobre lo que sus hijos aprenden y piensan en materias morales delicadas. Al revés: eso es exactamente lo que se espera de unos padres que quieren cumplir de lleno con sus deberes y ejercer sus legítimos derechos”. Y concluyen: “Transformar una clase en una lección obligatoria de catecismo al servicio de una ideología polémica es una grave vulneración de los derechos de los padres. Los ciudadanos de cualquier tendencia ideológica deberían plantarse y oponerse a esto”.
www.aceprensa.com
Si quieres ser un buen padre, sé un buen esposo
El último libro de Piero Ferruci, "Nuestros maestros los niños" ya ha sido traducido a 11 idiomas. Allí él dice: "Ha hecho falta tiempo, pero al final me he dado cuenta: la relación con mis hijos pasa a través de la relación con mi mujer. No puedo tener con ellos una buena relación si mi relación con ella no es buena".
La experiencia clínica de Ferruci le ha demostrado que "cada ser humano es el resultado de la relación entre dos individuos: su padre y su madre. Y esa relación sigue viviendo dentro de nosotros como una armonía bellísima o como una laceración dolorosa. La relación entre nuestros progenitores -dice Ferruci- nos constituye en lo que somos. Y esto es verdad también en la época de la familia dormitorio, de los progenitores single, de la fecundación artificial, de la manipulación genética, de los vientres de alquiler, de los bancos de espematozoides... Un niño siente con todo su ser la relación entre sus progenitores, sea cual sea, la siente en sí mismo.
Si la relación está envenenada, el veneno circulará por su organismo. Si la atmósfera no es armoniosa, crecerá en la disonancia. Si está llena de ansias e inseguridades, también su futuro será incierto".
La conclusión entonces parece clara: si quieres ser un buen padre, sé un gran marido. Si quieres ser una buena madre, sé una gran compañera para tu marido. Esto que parece simple, en la práctica no lo es. ¿Por qué? Ferruci responde en primera persona, con gran humildad:
"A veces he olvidado esta realidad. He tenido demasiada confianza. Sabiendo que nuestra relación va bien, la he dejado allí". Abandonada la relación a su propia suerte, pronto aparecen los disgustos, las recriminaciones. Cuando un matrimonio reacciona a tiempo y recupera lo bello de su amor, los primeros en darse cuenta son los hijos. Y cuenta su propia experiencia, después de una temporada en que, obsesionado por escribir sus libros, comenzó a levantarse a las 5 de la mañana y a pasar el día rabiando por el ruido y las interrupciones:
"Comencé a sentirme deprimido, algo no andaba bien. Al fin comprendí lo que sabía pero no quería admitir. El orden de mis prioridades estaba equivocado.
Decidí devolver a Vivien, mi mujer, un marido que no se cayera de sueño. Después ocurrió algo sutil y sorprendente. Mejoró la relación entre Emilio y Vivien. No es que fuese una relación mala, pero había algo que no me gustaba. A menudo Emilio era descortés con ella y hablaba conmigo como si Vivien no existiera, ignorándola como el machista más encallecido. Después lo he entendido: Emilio me mostraba cuál era mi actitud hacia Vivien... Era yo quien la transformaba en una sombra. Por fortuna me di cuenta a tiempo".
¿Cómo mantener y mejorar constantemente la relación conyugal? Este autor italiano es un gran romántico y cree que la fuente de amor para los esposos radica en el recuerdo de sus mejores momentos.
"Al contrario de lo que muchos piensan, yo creo que el hecho de enamorarse es el instante más auténtico de la relación entre dos personas; es cuando ellas ven que todas las posibilidades se abren ante ellas, cuando tocan la esencia y belleza del amor... Ante los ojos de mi mente desfilan nuestros momentos más luminosos: el primer paseo juntos, la decisión de casarnos una tarde de septiembre, Vivien que acude a recibirme al aeropuerto un día de lluvia. El concierto durante el embarazo de Emilio...
Todo eso es el origen, la fuente: el lugar en que todo va bien y es perfecto. Resulta positivo regresar de vez en cuando a los orígenes y beber de aquella fuente de agua pura".
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Cuando la educación sexual vulnera los derechos de los padres
· Fuente: The New York Times
En un artículo publicado en el New York Times, dos expertos en teoría política sostienen que utilizar las clases en la enseñanza pública para adoctrinar a los alumnos en una determinada ideología sexual constituye una grave vulneración de los derechos de los padres.
Con motivo de una controvertida asignatura de educación sexual propuesta para los colegios públicos de primaria de la ciudad de Nueva York, Robert P. George y Melissa Moschella –profesores de teoría política en la Universidad de Princeton, New Jersey– se preguntan si los contenidos de esta materia pueden llegar a vulnerar los derechos de los padres.
Entre otras cosas, el programa propuesto por Dennis M. Walcott, responsable de los colegios públicos de la ciudad de Nueva York, les dice a los chavales de 10 y 11 años que se olviden de lo que han aprendido hasta ahora sobre el sexo (lo que incluye las lecciones paternas) para “reaprenderlo” de boca de sus profesores, o se les informa con diversos materiales sobre conductas que seguramente sonrojan a los propios padres.
Como expertos en teoría política, los profesores George y Moschella van al núcleo del asunto: es cierto que el Estado tiene una legítima preocupación respecto a la salud pública de sus ciudadanos, pero ¿hasta qué punto puede tomar partido por una visión controvertida de la sexualidad? Porque “el efecto de tales lecciones tiene más que ver con promover cierta ideología sexual entre los jóvenes que con proteger su salud”.
“¿Debería el gobierno forzar a los padres –al menos, a aquellos que no pueden pagar un colegio privado– a enviar a sus hijos a clases que pueden contradecir sus convicciones morales y religiosas en cuestiones que afectan a su intimidad y su conducta personal?”.
A juicio de estos profesores, la respuesta es que “tanto los progresistas como los conservadores deberían responder que no. Semejantes medidas vulneran los derechos de los padres. Y eso tanto si eres musulmán, judío, cristiano, hindú, budista, o si careces por completo de religión”.
El sagrado territorio de la conciencia
Para explicar su postura, George y Moschella se fijan en la profunda relación que une a padres e hijos; esa relación “crea unos deberes, que los derechos paternos sirven y protegen”.
Precisamente porque los hijos llegan al mundo en un estado de necesidad absoluta, los padres tienen la obligación de ayudarles a alcanzar la madurez; lo que supone atender a sus necesidades físicas y emocionales, pero también a su desarrollo intelectual y moral.
Dado que los asuntos relativos a la moral y a la religión son particularmente delicados, en último término es responsabilidad de los padres –aunque pidan ayuda– formar a sus hijos en estas materias.
Esta responsabilidad de los padres (y la libertad para educar a sus hijos en las convicciones morales que estimen oportunas) es algo tan íntimo y sagrado como el derecho a practicar una religión. Por eso, a juicio de estos autores, adoctrinar a los niños en cuestiones de conciencia y contra las convicciones de sus padres es algo tan grave como obligar a unos padres musulmanes a que sus hijos participen en una misa católica.
George y Moschella admiten que “el Estado tiene un interés legítimo en reducir los embarazos adolescentes y la expansión de las enfermedades de transmisión sexual”. Pero eso no convierte en incorrecto ni en irracional el empeño de los padres por preservar la conciencia de sus hijos preadolescentes ni por “limitar el control del Estado sobre lo que sus hijos aprenden y piensan en materias morales delicadas. Al revés: eso es exactamente lo que se espera de unos padres que quieren cumplir de lleno con sus deberes y ejercer sus legítimos derechos”.
Y concluyen: “Transformar una clase en una lección obligatoria de catecismo al servicio de una ideología polémica es una grave vulneración de los derechos de los padres. Los ciudadanos de cualquier tendencia ideológica deberían plantarse y oponerse a esto”.
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Hombres: la crisis de los 40 años
Al igual que las mujeres, los hombres también experimentan un periodo de desajuste cuando llegan a los cuarenta años, llamada también la crisis de la mediana edad. Consta básicamente en la dificultad para aceptar el tránsito hacia la madurez, quedando atrás los años de juventud.
Los síntomas más claros que señalan una posible crisis a causa de la edad en los masculinos, es la necesidad de sentirse jóvenes nuevamente, de ahí el deseo de experimentar aventuras diferentes que se han disipado a raíz de los años o que en su momento no pudieron ser. Otro aspecto relevante es la ambición de “libertad”, impulsada por el agotamiento o la cantidad de responsabilidades que suelen llevar los jefes del hogar.
Es frecuente encontrar que los hombres en esta etapa (entre los cuarenta y los cincuenta), asocien juventud con libertad, adrenalina, emoción, diversión y comiencen a observar que sus vidas están lejos de esto. Se abre entonces la puerta al aburrimiento y desinterés por la vida que lleva en el momento. A corto plazo, estas experiencias despiertan una cantidad de emociones que los hace pensar que han vuelto a ser los mismos de antes, salir con los amigos y realizar actividades propias de edades tempranas, los hace sentir gratos. Sin embargo, a largo plazo puede convertirse en una situación conflictiva en el matrimonio; las razones son de suponer.
Qué ocurre a los 40
Al cumplir los cuarenta años hay varios fenómenos que convergen: la mitad de la vida (en promedio) como momento de reflexión y renovación. Es el fin de un ciclo y el inicio de otro, donde se plantean cambios en relación al rumbo de vida, en otras palabras una `reingeniería´ personal.
“Durante esta edad los hombres hacen un balance de su vida consciente o inconscientemente. Evalúan cómo viven, cómo se sienten, si han conseguido los objetivos que se habían marcado, si su presente es el futuro que tanto habían deseado. (…) Y en ese repaso son conscientes de qué partes de su vida ya no les sirven.” *Vicente Marrama, especialista en Coaching para hombres en la crisis de la mediana edad (coaching40.com).
Es por esto que algunos hombres empiezan a interesarse por su aspecto físico cuando nunca antes lo habían hecho, están muy atentos a las tendencias de moda, indagan sobre los cuidados de la piel, del pelo, el deporte se convierte en prioridad y acuden a diversas rutinas que tienen como fin recobrar o no dejar ir su aspecto juvenil.
¿Es algo nuevo?
Realmente la crisis de la mediana edad en los masculinos no es algo nuevo, siempre ha existido, lo que ha cambiado es el modo de relación entre hombres y mujeres, además de los estilos de vida y la dificultad para aceptar la edad.
Tampoco es una crisis exclusiva de los hombres, también la padecen las mujeres pero en circunstancias totalmente diferentes. De ellas nos ocuparemos en otro escrito.
¿Cómo puede afectar al matrimonio?
La crisis de los cuarenta mal afrontada, puede revertirse en una amenaza para la estabilidad matrimonial, siempre y cuando sea una relación que no se encuentre en las mejores condiciones.
José Luis Mota Garay hace una explicación acertada sobre la incidencia de este fenómeno en el matrimonio:
“Si en la dinámica del amor conyugal la generosidad no progresa, cada vez se hacen más costosos los sacrificios que exige el hogar. Cuando se comienza a poner el corazón en las cosas ajenas a la familia, como el éxito profesional, una colega joven y simpática, el grupo de amigas o amigotes... se va apagando la luz de la verdad familiar y se va enfriando el calor de la ternura en el amor. El corazón se va quedando vacío y hay que buscar emociones fuertes, que siempre serán egoístas.” *Arvo.net
Además añade: “La crisis de madurez en el hombre puede superarse: aplicando el sentido común, con una buena dosis de entrega y lealtad, que es fidelidad, a la esposa y a los hijos. Aunque, en algunas ocasiones será oportuno recurrir a una persona ajena al matrimonio para que les ayude.”
“(…) Romano Guardini, en su libro Las etapas de la vida, concluye que la única salida digna de la crisis de `los 40´ estaría en: aceptar las propias limitaciones y el papel concreto que, a cada uno, le ha asignado la vida; saber que las cosas grandes se consiguen atendiendo bien lo ordinario, lo cotidiano; «asumir las obligaciones propias de la amistad, el amor y la profesión elegida; y dar a la vida el sí que procede de la seriedad y de la fidelidad. Con todo ello se consigue lo que solemos llamar carácter; y las personas que lo logran son en las que confían los demás y la sociedad».”
Adicional a lo anterior, es importante que la mujer comprenda a su esposo y lo acompañe en este proceso, en lugar de hacer reproches que no conseguirán ningún logro. Si bien exige un esfuerzo de la mujer, es determinante para que el problema llegue a un buen término y no pase de ser una crisis pasajera, a una conyugal más grave y perjudicial. Asimismo, es conveniente que los cónyuges aprovechen esta oportunidad, para darle un refresco a su relación y se propongan hacer actividades que venzan la monotonía y gocen de la compañía mutua.
Cómo superar la crisis
Las siguientes son medidas para prevenir o combatir las etapas conflictivas propias o de la pareja, propuestas por la socióloga y catedrática norteamericana Barbara Weiss Hewitt.
Ø Darle importancia a lo que ha costado tanto esfuerzo conseguir a lo largo de los años: pareja, hijos, amigos, trabajo.
Ø Tener una actitud positiva con la propia vida y el futuro y valorar lo vivido en lugar de querer recuperarlo.
Ø Trabajar la autoestima en la juventud; ayudará a pasar por esta edad sin notar estas conductas nocivas que predisponen a la crisis. Moldear la estructura emocional para que llegado el momento responda con la fuerza necesaria.
Ø Disfrutar de los logros que se han podido conseguir y no poner atención sobre exagerada en lo que ha quedado pendiente.
Ø Si se ha caído en la crisis, hablarlo con la familia. Las personas cercanas deben saber exactamente qué es lo que está pasando para poder accionar correctamente. Cuanto antes se asuma el conflicto, más rápido se saldrá de él.
La familia es la piedra angular de la sociedad y el instrumento para el bienestar de los individuos. ¿Es cierto?
John Flynn, L. C.
Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha hecho precisamente esta afirmación.
Una nota para los medios que acompañaba el informe, publicada el 27 de abril, señalaba que las familias son una fuente clave de respaldo económico y social para las personas, además de ser un instrumento crucial de solidaridad.
“Las familias proporcionan identidad, amor, cuidado, alimento y desarrollo para sus miembros y forman el núcleo de muchas redes sociales”, afirmaba.
El informe, titulado “Asegurar el Bienestar de las Familias”, reconocía también que la pobreza está aumentando en familias con hijos en casi todos los países miembros de la OCDE.
Los padres se enfrentan, además, a problemas al tratar de combinar trabajo y compromisos familiares. El informe pedía a los gobiernos que adoptasen políticas de apoyo a las familias, dándoles asistencia y ayuda económica con iniciativas como el permiso para los padres y flexibilidad laboral.
Según la OCDE el gasto público medio en prestaciones familiares asciende a poco más del 2,2% del PIB.
Una de las áreas en la que más se podría hacer es en las ayudas a la natalidad. Muchas familias quieren tener más hijos, explicaba el informe, y en muchos países la gente no tiene tantos hijos como, según dicen, querrían.
Según el informe, las tasas de natalidad de los países de la OCDE han caído de modo significativo desde donde estaban hace unas décadas, cuando el promedio era de 2,2 hijos por mujer, hasta los actuales 1,7 hijos por mujer.
Los países con un nivel más alto de fertilidad dan un mayor apoyo tanto en forma de pagos en efectivo como en servicios a las familias con hijos pequeños. Las políticas que permiten a las madres un trabajo a tiempo parcial también ayudan a las familias a combinar el empleo y el cuidado de los hijos de modo más eficaz.
Apoyar a las familias no es bueno sólo para los padres, apuntaba el informe. “El bienestar de los niños está íntimamente unido al bienestar de la familia. Cuando prosperan las familias, prosperan los niños”.
Estudio en el Reino Unido
Los hallazgos de un estudio reciente en el Reino Unido apoyaban la importancia de la vida familiar. A finales de febrero se publicaban los resultados de una encuesta de 2009 realizada en 40.000 hogares por el Institute of Social and Economic Research de la Universidad de Essex.
El estudio abarcaba una amplia gama de temas, pero uno de los capítulos se dedicaba a la familia. Entre los resultados estaban los siguientes puntos.
Ø Al tener en cuenta una serie de factores, se descubrió que las personas en parejas de hecho son significativamente menos felices en sus relaciones que las personas casadas.
Ø La satisfacción de los jóvenes con su situación familiar está claramente ligada a la calidad de las relaciones con sus padres. En las familias en las que la madre del niño no es feliz en su relación, sólo el 55% de los jóvenes afirman estar "completamente satisfechos" con su situación familiar - en comparación con el 73% de los jóvenes cuyas madres son "muy felices" en sus relaciones.
Ø Los niños de familias monoparentales son menos propensos a considerarse plenamente felices con su situación.
Ø No sorprende que el estudio descubriera que los niños que no discuten con ninguno de sus padres más de una vez a la semana tengan un nivel de felicidad mayor que aquellos que tienen frecuentes disputas. La encuesta también descubrió que la felicidad de los niños mejoraba cuando sometían a discusión temas importantes con sus padres con frecuencia.
Ø También es importante cenar juntos en familia. Los niños que no cenan con su familia al menos tres veces a la semana son más propensos a decir que son plenamente felices en su situación familiar que aquellos niños que no cenan nunca con su familia o lo hacen menos de tres veces a la semana.
Calidad
Otro estudio reciente de Estados Unidos examinaba la influencia de la calidad de la relación de sus padres sobre los niños. La organización Child Tends publicó su estudio el 8 de abril.
Con el título “Calidad de la Relación de los Padre y Resultados de los Niños según Subgrupos”, analiza las respuestas de más de 64.000 padres con hijos de entre 6 y 17 años.
Mostraba que la calidad de la relación de los padres era “asociada de modo continuo y positivo con una serie de resultados del niño y de la familia”. Estos resultados incluyen problemas de comportamiento, rendimiento escolar y comunicación padres-hijos.
El estudio señalaba también que las investigaciones de los últimos años sugieren que las relaciones de mayor calidad de los padres tienden a propiciar, en los hijos, actitudes más positivas hacia el matrimonio, que a su vez hacen más probable que haya relaciones y matrimonios de buena calidad.
Comentando este estudio, Elizabeth Marquardt, directora de la página web FamilyScholars.org, y ella misma autora de un libro sobre cómo los hijos se ven afectados por el divorcio, lamentaba el hecho de que el estudio guarde silencio sobre hasta qué punto el estatus marital influía en los niños.
En el comentario que hacía en su página web, explicaba que profundizar en las tablas y estadísticas del estudio sobre el tipo de relación familiar proporcionaba una clave fundamental a la hora de interpretar los resultados. Al desglosar el tipo de familia, la encuesta mostraba que los hijastros tenían el doble de probabilidades de tener problemas de comportamiento, si se los compara con los niños que viven con sus propios padres casados.
Los problemas aumentan para aquellos niños que viven con parejas de hecho. Tenían casi tres veces más probabilidades de tener problemas.
Estas diferencias tan importantes también están presentes en otros parámetros, como las relaciones sociales y el comportamiento escolar.
Marquardt mencionaba también que los resultados del estudio mostraban que la calidad de la relación entre los adultos dependía de si estaban casados o no. La mayor estabilidad y durabilidad de una pareja casada son de gran ayuda para los hijos.
El matrimonio es bueno
Según un reportaje en profundidad publicado el 28 de enero en el periódico Independent, analizaban la cuestión de si el matrimonio es bueno para la salud.
“La conclusión es que, médicamente hablando, el grupo más longevo es el de los casados”, afirmaba el Dr. Gallacher.
Su trabajo hacía referencia a un estudio que involucraba a millones de personas en siete países europeos. Mostraba que, de media, las tasas de mortalidad eran de un 10% a un 15% inferior en las parejas casadas. Es decir, mientras más tiempo la pareja estaba casada, mayor la diferencia.
Cuando se trata de los niños, Kay S. Hymowitz, en un artículo publicado por el Los Angeles Times el pasado 11 de noviembre, mantenía que las relaciones inestables son más perjudiciales para los niños que la pobreza.
Se basaba en el material publicado en el número de otoño de la revista Future of Children. Los artículos de la revista eran la conclusión de un estudio sobre 5.000 niños nacidos en zonas y cuyos padres pertenecían en su mayoría a minorías.
El estudio sobre Familias Frágiles y Bienestar Infantil ha seguido a estos niños que nacieron a finales de los noventa.
Al nacer, la mitad de las parejas vivían juntas sin estar casadas, aunque declararon a los investigadores que había mucha probabilidad de que se casaran. Sin embargo, cinco años después sólo el 15% de estas parejas se había casado, y el 60% habían roto.
Muchas de las familias rotas tenían problemas económicos y los hijos tenían poco contacto con su padre biológico.
El estudio mostraba que los niños con madres solteras tenían más problemas de comportamiento que aquellos con dos padres y que estos problemas empeoraban con cada ruptura y nueva relación.
¿Responderán los gobiernos al llamamiento de la OCDE a aumentar su apoyo a las familias? El coste de no hacerlo es demasiado alto.
INESTABILIDAD AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA
10 consejos para ayudar a nuestro hijo
10 consejos para ayudar a nuestro hijo
Por: Iñaki Iraola
La adolescencia no es una enfermedad aunque muchas veces padres y educadores la temamos más que a una pandemia. La adolescencia es una etapa de cambio, pero de cambio “hacia mejor”. Adolescente no significa etimológicamente “el que adolece” sino “el que está creciendo”. Y como toda época de crecimiento, de cambio es una época de inestabilidad.
¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo en este tiempo de inestabilidad afectiva?
Cuando un niño comienza a andar, los padres procuran estar cerca y no moverle la alfombra. De la misma manera debemos procurarle a nuestro inseguro adolescente un entorno estable y unos padres-rodrigón que ahí están aportando seguridad, para cuando la necesite.
El adolescente está inseguro. Debemos facilitarle que este estado sea transitorio y no se convierta en una característica permanente de su forma de ser. Los padres tienen que aportar seguridad para facilitar que él también la alcance. Pero no la equivocada seguridad de quien cree saber cómo ha de ser su hijo, a dónde tiene que llegar. El adolescente tiene que construir su vida para llegar a ser un adulto, “el que ha crecido”, no “al que le han crecido”. Tenemos que procurar colaborar con el adolescente en construir una vida con grados de autonomía cada vez mayores. Difícil tarea esta de edificar la libertad en el cauce revuelto del río de la adolescencia.
El marco de seguridad que deben aportar los padres requiere, entre otras cosas:
1. Tener una idea clara y segura de lo que construye y destruye al hombre. No es fácil orientar si no se sabe dónde está el norte.
2. Ser capaces de saber llamar bien al bien y mal al mal. Llamar bien al mal por evitarle o evitarnos disgustos llevará a que nuestro hijo deje de considerarnos “punto fiable de referencia”, por nuestra falta de autenticidad. No hace falta decir que llamar al pan, pan y al vino vino no significa tirar el pan y el vino a la cabeza de nuestro hijo.
3. Ejercer adecuadamente la autoridad, cualidad necesaria en toda sociedad, y la familia lo es. En el entorno familiar la autoridad son los padres que han de ejercerla de forma coordinada, reforzando la autoridad del otro cónyuge. Por la brechas de la autoridad se cuela la inseguridad que en nada ayuda a nuestro hijo adolescente.
4. Mantener criterios estables en la aplicación de las normas, de los premios y de los castigos. La estabilidad de criterio en la vida familiar ayuda al adolescente a saber a qué atenerse. Las normas no deben cambiar según varíe nuestro estado de ánimo. La aplicación compartida, por el padre y la madre, de las normas ayuda a minimizar los riesgos de las variaciones de nuestras emociones.
5. No actuar por miedo. No es infrecuente que uno adolescente tenga más dinero del necesario “por miedo” a que se quede sin él y pase vergüenza ante los amigos; o que no le exijamos conductas inexcusables porque ha amenazado con irse de casa. Si el miedo condiciona nuestra conducta, fácilmente convertiremos a nuestro hijo en un chantajista.
El adolescente también suele estar impulsivo, precipitado y, con frecuencia, caprichoso, manifestaciones contrarias a la de una voluntad constante. Para ayudarles a superar este estadio, el adolescente necesita:
1. Aprender a esperar. Los adolescentes quieren las cosas “ya”. Es bueno que se habitúe a que pase un tiempo entre pedir algo y conseguirlo.
2. Aprender que las cosas (tiempo, dinero, esfuerzo) cuestan. Es conveniente que tengan que aportar algo de “lo suyo”: les hará conscientes de que las cosas cuestan y les llevará a forjar la capacidad de esforzarse.
3. Aprender a controlarse. Es frecuente que el adolescente no controle su carácter, de contestaciones o tenga conductas impropias. Muchas veces será más eficaz mandarle al cuarto que enzarzarse con él en una pelea dialéctica. Como el chico sabe que aquello no estuvo bien, no le extrañará que le recriminemos o castiguemos. Si no, repetirá la conducta.
4. Aprender a mantener las decisiones tomadas. El chico tiene que saber que los comportamientos “veletas” crean hombre “veletas”. Es bueno que no le dejemos fácilmente abandonar decisiones tomadas, más aún si implican a otras personas o si han generado gastos. Habrá que dificultarle el que abandone un equipo de deporte porque “ya no le apetece”, o que no vaya a un plan con los amigos porque “ha salido mal día”, o deje de lado una afición para la que le hemos comprado material.
5. Aprender a no tomar decisiones precipitadas, motivadas más por el corazón (pasiones, emociones, sentimientos) que por la razón. Los sentimientos en la adolescencia son muy fuertes y provocan en ellos respuestas desproporcionadas ante estímulos que, a juicio de los adultos, son ordinarios. Tenemos que entender la fuerza de sus sentimientos y, desde está comprensión, enseñarles una norma básica para tomar decisiones: esperar a que la intensidad de los sentimientos descienda y pedir consejo en especial si las decisiones son de cierto calado.
¡Ah! y no olvidemos que los resultados no los obtendremos inmediato, que habrá que aportar mucho “de lo nuestro” para educarle a él, que tendremos que controlar nuestro humor muchas veces y que las decisiones tomadas las tenemos que mantener, sin ser inconstantes ni inconsecuentes.
Seguro que, aunque no veamos su mejora, veremos la nuestra. ¡Algo es algo!
Inteligencia, voluntad, sentimientos.
Todos habremos oído alguna vez el clásico comentario de la madre del adolescente perezoso que, apesadumbrada ante los deficientes resultados académicos de su hijo, acaba por decir al profesor: "Sabe usted, si el chico es muy inteligente, en los tests sacó un coeficiente muy alto. Lo que pasa es que es un poco vago...".
Cuando oigo comentarios de ese estilo, siempre pienso que, en el fondo, no es así. Que no puede decirse con propiedad que esos chicos sean inteligentes.
Pienso, como Shakespeare, que "fuertes razones hacen fuertes acciones". Que ser inteligente, en el sentido más propio de la palabra, proporciona una lucidez que siempre conduce a un refuerzo de la voluntad.
No niego que esos chicos –como subrayan sus bienintencionadas madres– puedan tener un alto coeficiente de capacidad especulativa del tipo que sea. Pero ser inteligente es algo más que multiplicar muy deprisa, gozar de una elevada capacidad de abstracción o de una buena visión en el espacio, o de otras capacidades semejantes que permiten obtener altos coeficientes en los llamados tests de inteligencia.
Entre otras razones, porque si esos chicos fueran realmente tan inteligentes como parece deducirse de esas pruebas, es seguro que se habrían dado cuenta de que, así, con esa pereza y esa falta de voluntad, no van a hacer nada en su vida. Habrían visto que si no se esfuerzan decididamente por fortalecer su voluntad, toda su supuesta inteligencia quedará lamentablemente improductiva, pues obtener una puntuación elevada en un test, del tipo que sea, es algo que, por sí solo, arregla muy pocas cosas en la vida. Habrían comprendido que llevan camino de ser uno más de los muchos talentos malogrados por usar poco la cabeza, y hace tiempo que se habrían ocupado de cambiar.
De todas formas, aun admitiendo que ese tipo de personas fueran inteligentes, debieran darse cuenta de que el valor real del hombre no depende tanto de la fuerza de su entendimiento como de su voluntad. Que la persona desprovista de voluntad no logra otra cosa que amargarse ante la lamentable esterilidad en que quedan sumidas sus dotes intelectuales.
Quizá las personas más desgraciadas sean las grandes inteligencias huérfanas de voluntad, porque esa gran inteligencia, suponiendo que exista, se pierde sin remedio.
Por eso se equivocan lamentablemente los padres que se enorgullecen tanto del talento de sus hijos y en cambio apenas hacen nada por que sean personas esforzadas y trabajadoras. Igual que esos chicos vanidosos que tanto presumen de su coeficiente intelectual, pero a los que su orgullo y su pereza acaban conduciendo a situaciones personales lamentables. O como aquellos maestros que sólo juzgan los conocimientos, como si la enseñanza no fuera más que una gasolinera donde se suministran conocimientos a los alumnos y se comprueba posteriormente el nivel de llenado.
—De todas formas, a veces tengo la impresión de que la gente tiene fuerza de voluntad sólo para lo que de verdad le interesa.
También puede verse desde esa óptica: las personas aplican con firmeza su voluntad en la búsqueda de los objetivos que su entendimiento les presenta con un interés más vivo. En ese sentido, podría decirse que muchas veces sus problemas están más relacionados con el entendimiento que con la voluntad.
Más que fuerza de voluntad, lo que les falta es una luz más intensa de su inteligencia sobre ese objetivo.
—Pero antes decías que era mayor el valor de la voluntad que del entendimiento.
No pretendía dar una preponderancia a la voluntad, sólo resaltar su valor. La aparente contradicción que señalas nos remite a una cuestión más de fondo, muy interesante:
La educación no se refiere a una parte de la persona: ha de llegar por entero a la inteligencia, a la voluntad y a los sentimientos.
Son los tres grandes ámbitos que ha de impregnar cualquier tarea educativa o formativa (tanto si está dirigida hacia uno mismo como hacia otros):
Ø ha de iluminar la inteligencia con un conocimiento profundo de la verdad sobre el qué, el cómo y el porqué de las cosas;
Ø ha de consolidar la voluntad con toda una serie de virtudes que impulsen a vivir conforme a esas convicciones;
Ø ha de educar los sentimientos de manera que generen adhesión y atractivo hacia la verdad presentada por la inteligencia y el bien deseado por la voluntad.
Resultaría un error grave minusvalorar cualquiera de estos tres ámbitos, pues la vida verdaderamente humana ha de desarrollar armónicamente la inteligencia, la voluntad y los sentimientos.
Por ejemplo, contribuir al fortalecimiento de la voluntad es decisivo, pero conviene no caer en el voluntarismo, pues hay muchos errores en la vida que no proceden de la relajación de la voluntad, sino de un incorrecto conocimiento del cómo y porqué de las cosas, o de una incorrecta educación de los sentimientos.
Algo parecido sucedería si un proceso formativo diera una preponderancia excesiva a los sentimientos –podríamos llamarlo sentimentalismo–, pues los sentimientos no piensan, sólo sienten: cuando van por el camino de la verdad y del bien, son una gran ayuda; pero cuando surgen sentimientos innobles o equivocados, o que no se han educado debidamente, pueden acabar extraviando al entendimiento más recto o a la voluntad más firme.
Y lo mismo podría decirse si se cayera en un intelectualismo que olvidara la necesidad de una educación de la voluntad y los sentimientos, tan decisiva para superar el ensueño o la debilidad, para saber afrontar el sacrificio que la vida conlleva, y para evitar que nos desmoronemos ante la presencia inesperada del fracaso o el dolor.
Alfonso Aguiló
Los ingredientes saboteadores del amor
El amor no basta para asegurar una vida juntos llena de felicidad. En la relación conyugal se interponen obstáculos que sino se identifican y se trabajan desde su raíz pueden amenazar la estabilidad matrimonial. Cuántas veces se oye decir entre matrimonios que han fracasado: “lo amo, pero no podemos vivir juntos”. He aquí algunos de esos ingredientes que sabotean el amor y ponen a prueba la armonía conyugal:
ª Posesividad: La persona posesiva vigila los "derechos" dentro de la relación y espera la conversión del otro en un objeto de propiedad, logrando que el otro pierda su identidad. En este extremo se desarrolla una relación amo-esclavo, un estado imposible de mantener para el poseedor o imposible de soportar por el poseído.
ª Celos: Es la sospecha, carga de resentimientos, de motivaciones e influencia de los demás, especialmente de personas del sexo opuesto; es una demanda de lealtad exclusiva. El celoso ve como amenaza los intereses exteriores (trabajo, hobbies, amigos, familiares) del otro. Los celos son un sentimiento que ofrece mensajes claros, como por ejemplo:
Ø "Cuando haces un compromiso sin consultarme, me siento dejada a un lado y sin derechos".
Ø "Cuando admiras a otra, lo haces a costa mía. Me estás diciendo que no estoy a su altura".
Ø "Cuando demuestras interés en alguien, se ve amenazado el lugar prioritario que yo ocupo en tu vida".
Ø "Cuando defiendes a tu madre o a un amigo en contra mía, me eres desleal".
Ø "Cuando trabajas en exceso, cuando te absorbes en tu colección de sellos, cuando te vas a pescarcon tus amigos, o insistes en ir a casa de tus familiares; siento que te interesan más otras cosas y otras personas que yo".
ª Concepto de ganador/perdedor en un conflicto: La vida en pareja también se ve saboteada cuando está ligada a la ideología de los contratos legales (un equilibrio básico de dar y recibir; es decir, brindo esto por aquello a cambio). Esta es la ideología de los adversarios.
ª Temores de hacer daño y salir lastimado: Estos temores actúan como una barrera para la autenticidad; un sabotaje a la comunicación; un cúmulo de quejas "menores" no resueltas. Este tipo de "protección" al otro es un camuflaje de los verdaderos sentimientos por temor a poner en peligro la relación; una auto negación para evitar ser herido.
ª Uso o abuso del sexo: El hacer uso de la masturbación como castigo deliberado o aislamiento del otro o como represalia por una ofensa o desconsideración, es una terrible arma de alienación y humillación.
ª La expectativa: "Si me amas deberías saber cómo me siento y no deberías preguntarme " . Este es otro ingrediente de sabotaje en una relación. El amor no es una varita mágica que repentinamente nos da una visión completa del estado emocional del otro. Lo que el otro "debería" saber es cómo comunicar sus sentimientos.
Ingredientes de un amor realista
Según Bernhard Yetta, autor del libro Cómo manejar conflictos de pareja, éstas son las características fundamentales de un amor realista:
© Confianza y buena voluntad: Esto significa correr el riesgo de creer en un compromiso mutuo hacia la relación. Confiar significa arriesgarse a revelar cosas propias. Arriesgar que estas revelaciones no se conviertan en un "boomerang", que las confidencias no se vayan a utilizar en contra de uno mismo. Creer o actuar "como si" uno creyera que se dice realmente lo que se quiere decir. Aceptar que las "malas caras" no son intentos deliberados para molestar al otro sino puntos sobre los cuales trabajar. Aceptar las diferencias no como "mejor o peor", "bueno o malo", "correcto o equivocado" sino como conductas y actitudes diferentes que uno debe confrontar realistamente.
© Manejar estas diferencias: Puede implicar también crear una tolerancia a la frustración por aquello que no puede cambiarse; negociar lo que se puede cambiar; perdonar los "arranques temperamentales" de uno mismo y del otro y convertirlos en procesos de aprendizaje por medio de la confrontación y el análisis crítico, para alcanzar una conducta más productiva.
© La libertad de SER: Esto implica una responsabilidad total por uno mismo en la búsqueda de la identidad y en la validación como ser humano dentro de un proceso de crecimiento. Implica también establecer:
© Autenticidad: Proporcionar mensajes claros, sin ambigüedades; evitar "jueguitos"; tener valor para arriesgarse a discordias y hostilidades temporales y saber manejarlas.
© Transparencia: Correr el riesgo de ser abierto, de revelar el impacto del otro sobre uno; de volverse vulnerable al "otro" descubriéndole dónde nos duele más, confesando cuál es nuestro talón de Aquiles.
© Poder: Volverse significativo para el otro, fijar limitaciones, establecer áreas de autonomía, hacer una declaración de derechos.
© Zonas de Autonomía: establecer tiempo y lugar de estar solos para recargar las pilas; un momento de separación y libertad de la vida en común (personal y propio de cada pareja) para evitar sentirse aprisionado en la relación.
EÉstos son los caminos para adquirir respeto por uno mismo, para aprender a valorarse y a apreciarse.
INTIMIDAD SEXUAL EN EL MATRIMONIO
Por. Mari Carmen González Rivas.
La sexualidad es una dimensión del matrimonio. Digamos que es la expresión de la complementariedad entre los dos sexos, que hoy la ideología de género trata de anular y que esta inculcándose a las nuevas generaciones con la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
La unión sexual es un verdadero acto humano y personal, solo si se lleva a término según su auténtico significado. La actitud ante esta unión íntima es “Jugarse la vida en el amor”, por eso deben aprender los cónyuges a hacer de la unión de los cuerpos un acto de donación completa y sin reservas de su ser íntimo y personal, la consumación de un amor llamado a la eternidad y a la fecundidad. Como bien se anuncia en los pasajes del libro bíblico del Cantar de los Cantares, que retrata a dos amantes que disfrutan de la presencia y del afecto mutuo: “Yo soy para mi amado,
y él se siente atraído hacia mí”. (Ct 7:11)
y él se siente atraído hacia mí”. (Ct 7:11)
Como vemos mantener una relación sexual es siempre algo importante, y como todo lo importante debe ser algo meditado, y bien preparado. La sexualidad no afecta solamente a mi parte genital, ni tan solo a mi cuerpo, sino a toda mi persona (emociones, sentimientos, expectativas…) Es por ello que conviene descubrir como en la sexualidad se ven distintas áreas implicadas como son: la psicológica- afectiva, física y espiritual; y de esta manera tener una buena y completa vivencia de la sexualidad
Por el contrario es imposible disfrutar de una buena relación sexual cuando existen sentimientos negativos en los aspectos no sexuales de la relación, cuando se reduce exclusivamente a una de sus dimensiones obviando el resto, se banaliza la sexualidad, etc. En definitiva todo ello puede frustrar la finalidad de la sexualidad humana, que significa muchas veces poner en grave peligro la continuidad del compromiso interpersonal. La sexualidad no desea algo sino a alguien, reconocimiento del otro, pues el otro desea ser deseado y reconocido. Porque como bien dice Víctor Frankl: “Un amor sólido y verdadero es aquel que no solo desea la capa externa de la persona, sino que ama, sobre todo, lo espiritual que hay en ella, su persona espiritual; eso que hay de único e irrepetible en el ser humano, o que existe detrás de las apariencias sexuales y puramente psíquicas” .
Queda claro que para fortalecer y vivir la sexualidad en el matrimonio no es cuestión de técnicas. Enriquecer la vida sexual pasa por enriquecer la intimidad de la relación de la pareja y para ello como no, hay que cuidarla centrándonos en lo siguiente:
© Trabajar sobre aspectos olvidados en la relación: lucha de poderes, miedos relacionados con la intimidad, bloqueos en al comunicación, etc.
© Atender a las expresiones de afecto y cariño mutuos
© Mantener vivo el romanticismo: encontrar aquellas formas que puedan revitalizar la relación como pasar cierto tiempo juntos a solas, etc.
© Cultivar el amor sosegado y sin prisas, que la pareja pueda profundizar en la intimidad sexual aprendiendo a desarrolla sus propios comportamientos.
© Cultivar el deseo y la pasión: revitalizar la relación.
© Afrontar los mensajes negativos sobre el cuerpo y el sexo estos pueden interferir en la intimidad sexual. Reconocer que a veces estas actitudes proceden de nuestro aprendizaje de vida, y empezar afrontarlos de manera que podamos darnos mensajes más positivos sobre nuestros cuerpos y la sexualidad.
© Fortalecer el compromiso mutuo. Otra cualidad necesaria para una relación sexual en el matrimonio es el compromiso. Si los cónyuges están completamente comprometidos uno con el otro, su relación es fortalecida. Sin un compromiso mutuo, ninguno podrá tener una gran confianza en que la relación sea segura.
© La comunicación. Porque así mismo la relación sexual es comunicación, ¿cómo obviarla en cualquier relación sexual?
© Integrar a Dios con nuestra sexualidad La sexualidad es un regalo del Señor que si arranca de una buena comprensión de la naturaleza del hombre y de la mujer les puede llevar a estos a una comunicación especialmente intensa y privilegiada, que hace del matrimonio algo grande y especialmente valioso en la apuesta arriesgada a favor de la vida.
En definitiva cuidar la sexualidad y valorarla es una parte fundamental que los cónyuges deben tener en cuenta en su matrimonio, la vivencia de esta como regalo, como don y ofrecimiento hacia el otro es lo que garantiza que se fortalezca su unión. Y así lo expresa en pocas palabras la Exhortación Apostólica Familiaris Consorcio “La sexualidad es una riqueza de toda la persona -cuerpo, sentimiento y espíritu - y manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor.”
¿Qué está permitido en la relación conyugal?
Para entender lo que está permitido en las relaciones conyugales es necesario primero apreciar que estas relaciones se ubican dentro de un gran plan de Dios. Hay muchos que se han alejado tanto de este maravilloso plan divino que ni siquiera le conocen y si se les explica les parece imposible, porque viven dominados por sus pasiones. Sin embargo, al entender y respetar el valor cristiano de la sexualidad, el matrimonio es capaz de expresar un amor auténtico que les llevará a la deseada felicidad.
Las relaciones conyugales tienen dos fines: El amor unitivo del matrimonio y la procreación de los hijos (apertura a la vida). Las relaciones sexuales constituyen un lenguaje con el que la pareja se dice mutuamente: "yo te amo incondicionalmente, fielmente, para siempre y con todo mi ser. Estoy comprometido/a a formar contigo una familia". La honestidad exige este lenguaje sea verdadero, que de hecho se viva la sexualidad como don en el matrimonio respetando sus fines. Si se pierde la visión espiritual y se olvidan los fines del matrimonio, se reduce la relación sexual a un deseo centrado en el placer y se pervierte el hermoso don de la sexualidad.
La apertura a la vida es contraria al uso de anticonceptivos. Este aspecto de la sexualidad lo tratamos en otro artículo (anticonceptivos >>>). Vamos aquí a tratar sobre el amor unitivo. El matrimonio es una alianza de amor que se expresa en la totalidad de la relación. En ese contexto, es normal y bueno que dentro de la relación conyugal haya muestras del amor que los une y les hace felices de estar juntos. Estas muestras de amor son muy diversas e íntimas y se deben aceptar como un don de Dios y del cónyuge.
Lamentablemente nuestra cultura le da más valor al placer sexual que a los compromisos del amor conyugal (respeto a la dignidad de la persona, fidelidad, entrega, etc.). Cuando la persona de deja llevar por esta mentalidad se va encerrando en sus fantasías y queda atrapado por sus deseos carnales de manera que estos le dominan y le ciegan.
Cuando esta actitud se lleva a la relación conyugal se cae en una mentira porque se pretende expresar algo que no es cierto. En vez de amar, se utiliza al cónyuge grosera y egoístamente. En vez de relacionarse como esposos que se aman, se busca al otro como objeto de placer. Entonces, si no se produce el placer anticipado se aumenta la explotación... se utilizan videos, libros eróticos, artefactos...
También hay quienes recurren a fantasías en las que se quiere incluir a otras personas en la intimidad matrimonial. Sea en la forma que sea, aunque de pensamiento, si es consentido, constituye una forma de adulterio que es un grave pecado contra Dios y contra el amor conyugal cristiano. Nadie tiene derecho de imponer semejantes aberraciones a su cónyuge.
Son denigrantes e indignas de personas que se aman. Estos comportamientos no se deben jamás aceptar. Si se permite una vez o en alguna forma, se abre el camino para que se arraigue el vicio y después será más difícil detenerlo. Para evitar estas cosas es necesario continuamente cultivar y proteger la visión cristiana del matrimonio y evitar las tentaciones que el ambiente presenta.
Debo de aclarar que no es el placer lo que es malo sino el anteponerlo al amor. Como la carne tiende fuertemente a irse tras el placer, esta tendencia solo se vence cuando se entrena el corazón, renunciando las impurezas y dedicándose al servicio generoso. De lo contrario, los apetitos carnales van tomando fuerza y se imponen. La capacidad de amar se va reduciendo proporcionalmente.
A quien me diga que se siente dominado por el placer le recomiendo que haga un retiro espiritual. Necesita un encuentro con Cristo ya que solo Él puede sanarle. Si está casado de además redescubrir el amor hacia su esposa. Un amor que se exprese en todo momento, no solo cuando se la desea. El amor se fundamenta en el darse en el servir. El Señor se encargará de llenarlos a los dos de felicidad en esa entrega.
Remedios artificiales de evitar la procreación Encíclica Casti Connubi de Pío XI,
No existe, sin embargo, razón alguna por grave que pueda ser, capaz de hacer que lo que es intrínsecamente contrario a la naturaleza se convierta en naturalmente conveniente y decoroso. Estando, pues, el acto conyugal ordenado por su naturaleza a la generación de la prole, los que en su realización lo destituyen artificiosamente de esta fuerza natural, proceden contra la naturaleza y realizan un acto torpe e intrínsecamente deshonesto.
No es extraño, por consiguiente, que hasta las mismas Sagradas Escrituras testifiquen el odio implacable con que la divina Majestad detesta, sobre todo, este nefando crimen, habiendo llegado a castigarlo, a veces incluso con la muerte, según recuerda San Agustín: «Porque se cohabita ilícita y torpemente incluso con la esposa legítima cuando se evita la concepción de la prole. Lo cual hacía Onán, hijo de Judas, y por ello Dios lo mató».
Puesto que algunos, apartándose manifiestamente de la doctrina cristiana, enseñada ya desde el principio y sin interrupción en el tiempo, han pretendido recientemente que debía implantarse solemnemente una doctrina distinta sobre este modo de obrar, la Iglesia católica, a quien Dios mismo ha confiado la enseñanza y defensa de la integridad y honestidad de las costumbres, en medio de esta ruina de las mismas, para conservar inmune de esta torpe lacra la castidad de la alianza conyugal, como signo de su divina misión, eleva su voz a través de nuestra palabra y promulga de nuevo que todo uso del matrimonio en cuyo ejercicio el acto quede privado, por industria de los hombres, de su fuerza natural de procrear vida, infringe la ley de Dios y de la naturaleza, y quienes tal hicieren contraen la mancha de un grave delito.
Las familias, protagonistas de la nueva evangelización en Latinoamérica
Monseñor Jean Laffitte presenta pautas de pastoral familiar en el subcontinente
BOGOTÁ, jueves 31 marzo de 2011 (ZENIT.org).- En América Latina, "hoy más que nunca la pastoral familiar ha de incluir el desarrollo de estrategias a nivel nacional, regional e internacional que afronten el desafío cultural, político y social, teniendo a las mismas familias como sus principales protagonistas", considera un representante de la Santa Sede.
El obispo Jean Laffitte, secretario del Consejo Pontificio para la Familia, recogió en una conferencia, presentada ante el encuentro de obispos responsables de las comisiones episcopales de Familia y Vida de América Latina y el Caribe, los desafíos que afronta la célula fundamental de la sociedad en el subcontinente.
Protagonista de la nueva evangelización
En su intervención, pronunciada en Bogotá, el 29 de marzo, el prelado francés reconoció que el reto que tiene hoy la Iglesia consiste ayudar a las familias a convertirse en protagonistas de la nueva evangelización.
Este fue el objetivo planteado por la Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, celebrada en Aparecida, en mayo de 2007, y así lo está subrayando el mismo Benedicto XVI, en particular con la carta apostólica de creación del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Recordando cómo en las últimas décadas se ha comprendido que la familia no sólo debe "ser considerada como objeto, sino también como sujeto de evangelización", el obispo reconoció que "la preocupación por la familia debería ser asumida como una de las líneas transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia".
"La familia puede evangelizar en su propia casa mediante el amor recíproco, a través de la escucha de la Palabra de Dios y de la oración, mediante la catequesis en familia y la edificación mutua", ilustró el obispo.
"Puede evangelizar en su propio ambiente a través de las relaciones con sus vecinos, con sus parientes, amigos, compañeros de trabajo, del deporte y de diversión, en la escuela, etc. Puede evangelizar en la parroquia mediante la fiel participación en la Misa dominical, la colaboración en el camino catequético de los hijos, la participación en encuentros de familias, movimientos y asociaciones, la cercanía a las familias en dificultad, la animación de itinerarios de preparación al matrimonio y de preparación de los papás al bautismo de sus hijos (son muchos los espacios pastorales que se pueden abrir a los esposos acompañantes)".
"Puede evangelizar en la sociedad civil dándole nuevos ciudadanos, incrementando las virtudes sociales, ayudando a las personas necesitadas, adhiriendo a las asociaciones civiles de inspiración cristiana para promover una cultura y una política favorable a las familias y a sus derechos", señaló.
Protagonistas de la justicia y la caridad
De este modo, las familias deben ser también protagonistas de la justicia y la caridad en América Latina, señaló.
"La grave situación de desequilibrio económico y de pobreza que existe en la mayor parte del continente americano, constituye un ámbito en el cual las familias cristianas pueden prestar una lúcida contribución desde la constitución de redes de voluntariado y solidaridad para enfrentar en común distintas necesidades como son la educación cristiana de los hijos, el consumo solidario, la acogida de niños con familias en dificultad, la educación ecológica, etc.", explicó Laffitte.
"Particularmente urgente en América Latina y el Caribe resulta el trabajo para la promoción de la mujer --según el prelado--. Este trabajo ha de asumir tanto el desafío de su infravaloración, de su marginación y maltrato, como el del influjo de las ideologías, especialmente el de cierto feminismo radical de género".
Al mismo tiempo, aseguró, "hoy se hace necesario mostrar que la familia favorece el desarrollo y la paz de la sociedad, gracias a la protección, a la promoción, a la acogida, a la integración y a las respuestas que ella ofrece a las necesidades de sus miembros".
Por estos motivos, el obispo invitó a "trabajar para que la identidad de la familia sea respetada frente a decisiones políticas y legislativas de gran relevancia ética que pueden comportar una grave injusticia para su bienestar y para su misión".
En particular, monseñor Laffitte hizo referencia al "reconocimiento jurídico, económico y social, paritario al matrimonio de formas privadas de convivencia afectiva, como las uniones de personas del mismo sexo".
Puede leerse la conferencia íntegra de monseñor Jean Laffitte en: http://www.zenit.org/article-38802?l=spanish
Día de la Familia
A todas las familias de México
Todos reconocemos la necesidad de la familia como la comunidad natural, básica, esencial para la formación de nuestra persona, nuestra calidad humana y valores, nuestra inserción en la sociedad y en el mundo. En ella, cada uno aprende a convivir con los demás, a vivir la fraternidad, la solidaridad y las relaciones fraternas y amistosas.
Ante una sociedad cada vez más despersonalizada y masificada, inhumana y deshumanizadora, la familia posee y comunica energías formidables que hacen al hombre capaz de contribuir al desarrollo y progreso de la comunidad humana. Es la familia quien enriquece a la persona con profundo sentido humano, capaz de superar el asedio de los vicios y desviaciones que se presentan en el ambiente, y le ayuda a injertarse armónicamente en el tejido social(Cfr. DA 114).
La Iglesia quiere recordarnos que la vida familiar está llamada a ser la primera experiencia de comunión y, como nos recuerda el Documento de Aparecida, uno de los tesoros más importantes(Cfr. DA 302). Las relaciones entre los miembros de la familia están inspiradas y guiadas por la ley de la gratuidad que, respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y amor profundo.
De esta manera, la promoción de una auténtica y madura comunión de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible escuela formadora de personas abiertas al bien de la comunidad, y se hace estímulo y ejemplo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor.
Muchas felicidades a todas las familias de México en este día y les invito para que juntamente con sus pastores nos unamos en oración, a la Sagrada familia de Nazaret, para pedir al Padre la preservación de la dignidad de nuestras familias que se hacen verdadera imagen de Dios por el matrimonio entre un hombre y una mujer que son base para una sociedad sana en el mundo del futuro (Cfr. DA 116).
En Cristo Buen Pastor
+ Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal de familia
Obispo de Toluca
Responsable de la Dimensión Episcopal de familia
Cinco puntos fundamentales que sostienen la familia
La familia es una de las instituciones que más ha sufrido y sufre en el momento actual. A pesar de que oímos decir continuamente que la familia es la célula fundamental de la sociedad, es la que padece más ataques e incomprensiones. Hay por doquier como una conspiración contra la familia, que se origina en el menosprecio del matrimonio, su origen y fundamento. Por eso, es necesario recordar algunos puntos fundamentales que la sostienen.
1. La familia, según el plan de Dios, está formada por papá, mamá y los hijos. La llaman tradicional, pero mejor sería llamarla normal. No hay familia completa sin papá ni mamá, y todo niño tiene derecho a tener un padre y una madre que le brinden cariño y calor.
2. Como la paternidad divina es el origen de la paternidad humana, la misión de los papás es prolongar la presencia de Dios en el hogar, que consiste en dar amor y comunicar la vida. El que honra a sus padres honra también a Dios y merece la bendición del Señor. Los hijos deben corresponder al amor de sus padres con la obediencia y la gratitud.
3. Los hijos son el fruto más precioso del amor de los padres, quienes, al darles la vida, deben comunicarles también la fe, que es vida de Dios. Los hijos aprenden el amor de Dios de sus padres, en el hogar. La familia es escuela de amor, de vida y de fe, que son los tres pilares que sostienen la vida cristiana familiar.
4. La santa Biblia dice que “el principio de la sabiduría es el temor de Dios”; por tanto, una familia sabia se fundamenta en el respeto amoroso a Dios. Sin Dios, no hay familia que resista los embates del mal. La familia que vive conforme a los mandamientos de Dios produce buenos frutos, hombres y mujeres de bien, útiles a la sociedad.
5. Formar una familia unida y estable es una gran tarea que reciben los padres el día que se casan por la Iglesia. Esa es su vocación y misión principal en este mundo. De ello deberán dar cuenta a Dios, y en ello estará su premio y su salvación. No hay tarea más grande que procrear gente de bien. A ello contribuye la Iglesia católica protegiendo y defendiendo la fidelidad conyugal y la unidad familiar. Una familia unida es una bendición para la Iglesia y para la sociedad.
Santiago de Querétaro, Qro., Febrero de 2011.
+ Mario de Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro
Obispo de Querétaro
Noviazgo adolescente: cómo abordarlo en casa
No hay duda que las generaciones modernas van a un ritmo más acelerado de lo que se acostumbraba anteriormente; y es lo que sucede hoy con los “noviazgos” a tempranas edades. Una realidad para la que ni padres ni hijos, se encuentran preparados. Qué hacer ante esta situación, es lo que contempla esta nota.
Una mirada al entorno
Son muchos los fenómenos que pueden estar acelerando los procesos naturales que deben ser vividos en cada etapa de la vida, pero tal vez los más contundentes, son aquellos relacionados con el avance tecnológico y los medios de comunicación, los cuales imprimen en el mundo moderno, un ritmo tan vertiginoso que se sale de control. A esto hay que sumarle, el bombardeo constante de mensajes que los niños reciben a través de dichos medios, gran parte de ellos, emitiendo “modelos” poco aptos para su formación ética, precisamente en una edad donde el criterio aún se halla en formación, obteniendo así unos jóvenes desorientados y confusos.
De igual forma, la soledad de los niños y jóvenes, la descomposición de las familias, el poco tiempo del que disponen los padres para estar con sus hijos, la carencia de normas y límites, entre otros tantos, también afectan de forma directa esta situación.
Así pues, aparte de reconocer que existen unas condiciones en nuestra sociedad -imposibles de evitar-, la mejor alternativa entonces, es trabajar desde los hogares para que nuestros hijos se enfrenten al mundo con una voluntad firme, un conjunto de valores inalterables, un respeto por la autoridad y una familia que espera en casa rebosada de amor, comprensión, escucha y apoyo.
¿“Noviazgo” adolescente?
La adolescencia es una etapa de intensos cambios corporales, emocionales e intelectuales. Es una constante montaña rusa de emociones y sentimientos, por ello sus manifestaciones agresivas o afectivas al extremo. Es aquí donde las hormonas se vuelven inquietas y los jóvenes comienzan a vivir sensaciones hasta el momento desconocidas, como por ejemplo la atracción hacia el sexo opuesto.
Partiendo de esta base, se podría decir que lo que se presenta a estas edades no es propiamente un noviazgo; más bien es un estado de “enamoramiento” que se limita a una atracción física, la cual puede ser confundida fácilmente con el verdadero amor y llevar a consecuencias irreversibles en la vida de los adolescentes.
Decimos pues que el auténtico noviazgo, es aquella relación entre un hombre y una mujer, en donde su vínculo de amor, los lleva a vivir un tiempo de maduración para culminar en su fin principal: el matrimonio. Por tanto, hablar de algo de tanta envergadura como el compromiso marital a los quince años, es algo salido de contexto.
“El noviazgo en los jóvenes, suele ser una relación muy inestable, que se ve afectada por la inexperiencia propia de la juventud. También influyen terceras personas que juzgan, presionan, imponen, prohíben, etc. Por lo general, los noviazgos adolescentes no son duraderos, por la misma inestabilidad física y emocional de los jóvenes, que muchas veces lo hace insostenible. (…) El inconveniente de la adolescencia, es no saber lo que se quiere, y sin embargo quererlo a toda costa, aquí y ahora, sin fijarse en el tiempo y circunstancias.” *Francisco Gras de Micumbre.com, “El noviazgo explicado a los hijos adolescentes”.
¿Prohibir, aceptar, vigilar… qué hacer?
Como es apenas comprensible, algunos padres entran en pánico cuando se enteran que sus hijos de doce o trece años han iniciado una relación de noviazgo, otros reaccionan de forma agresiva, llegando incluso a tomar posturas extremas como prohibir la relación o imponer drásticos castigos, mientras que otro grupo de padres, opta por darle de largas a la situación e ignorar por completo lo que sucede con los hijos. Ah… y no ha de faltar aquellos que alcahuetean o aprueban estos noviazgos prematuros.
Todos los casos anteriores, no son la mejor forma de afrontar la situación. Cuando los padres se inclinan por la prohibición sin dar argumento alguno, se causa el efecto contrario: el noviazgo se hace aún más atractivo y se abre el camino para que los episodios de rebeldía y/o desafío de la autoridad paterna, se hagan presentes. Al mismo tiempo, el castigo tampoco es la solución, pues el problema no está en enamorarse, sino en la ausencia de unas condiciones necesarias para ello. En cuanto a “hacerse el de la vista gorda” frente algo tan trascendental, será un silencio que hará tanto daño como el mismo castigo. Con relación a aprobar este tipo de noviazgo, es algo que corresponde a los amigos de los hijos, no a los padres, quienes deben brindar las orientaciones adecuadas desde su óptica de responsabilidad y madurez.
Lo que los padres deben hacer, es enseñarles a sus hijos a dominar sus impulsos y deseos, deben ayudarles a fortalecer su voluntad, a identificar las consecuencias de cada acto, a valorar su cuerpo como su mayor tesoro, a respetar la integridad de la otra persona, a ser asertivos y fomentar su autoestima, a saber enfrentar las presiones externas (amigos, publicidad, programas de televisión, películas, música, etc.). Asimismo, se les debe explicar que cada cosa tiene su debido tiempo, se debe vivir lo propio de cada etapa, sin adelantarse al curso natural.
Para ello, los padres han de utilizar el diálogo como su mejor aliado, conversar con sus hijos de este tema con mucha naturalidad, y tal vez anticiparse, antes de que los hijos busquen información en otras fuentes, la mayoría de ellas erradas. A través de estas charlas, se les debe advertir sobre los peligros que asumen con un noviazgo anticipado y las consecuencias de iniciar una vida sexual temprana, como puede ser un embarazo no deseado, la dificultad para lograr proyectos profesionales, enfermedades que comprometen los sueños de cada quien, la materialización del cuerpo –promiscuidad-, etc.
Además, los padres deberán valerse de la autoridad con la que fueron dotados, así que en casa deben existir unas reglas claras, firmes y razonables sobre el comportamiento de los hijos en relación a sus noviazgos. También es importante expresarles cariño a los hijos, que se sientan comprendidos, apoyados, amados y bienvenidos.
Para finalizar, una reflexión del autor citado con anterioridad: “La responsabilidad de los padres en la educación de los hijos, no es transferible, ni negociable. Los hijos son víctimas del silencio de sus padres, pero responsables de sus actos, si no han puesto los medios para informarse bien, de lo que es el noviazgo y los peligros que pudiera conllevar.” *Francisco Gras de Micumbre.com, “El noviazgo explicado a los hijos adolescentes”.
Pablo J. Ginés/La Razón
El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, recordó en la homilía de la Misa de la Familia que «nos hemos dado una cita para renovar ante el mundo la proclamación del Evangelio de la familia, para celebrarlo en el marco litúrgico de la Eucaristía y para dar testimonio de él». Para el cardenal, ese mensaje incluye el «kerygma», el anuncio básico del cristianismo, «la Buena Noticia de que Jesucristo es el Salvador, el Mesías, el Señor»…
Cuando se niega la familia
A continuación, analizó los frutos de una sociedad que tergiversa o niega la familia. «Siempre que se cuestiona y/o se niega la verdad del matrimonio y de la familia –¡la plenitud de sus significados personales y sociales!– en la teoría y en la práctica, las consecuencias negativas no se hacen esperar. Se ciegan las fuentes de la vida con la práctica permisiva del aborto. Se banaliza con la eutanasia hasta extremos hasta hace poco tiempo impensables, la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo. ¡El derecho irrevocable a la vida queda profundamente herido! Los niños y los jóvenes crecen y se educan en un ambiente de rupturas y distancias paternas, desconfiados y desconcertados, sin conocer una limpia y auténtica experiencia del amor gratuito: de ser queridos por sí mismos y de poder corresponder, igualmente, amando sin cálculos egoístas a los que les dieron la vida –sus padres– y a aquellos con los que la comparten con una insuperable e íntima cercanía –sus hermanos–. Las relaciones sociales se hacen frías y distantes: ¡nos endurecemos consciente o inconscientemente ante el dolor y las necesidad físicas y espirituales de nuestros vecinos y conciudadanos!… La sociedad se envejece y la crisis demográfica –¡imparable!– amenaza y pone en peligro el futuro».
Este tipo de desgracias pueden darse por la ceguera de la sociedad o sus clases dirigentes, algo que, dijo, en la historia de la humanidad, antes y después de Jesucristo, ha sucedido con frecuencia casi cíclica: al no analizar la causa profunda de la crisis, ésta se hace muy grave y de difícil solución.
«Nos encontramos, pues, queridas familias cristianas de España y de Europa, ante un reto histórico formidable: ser los signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas. ¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar!», exhortó.
Y ya hacia el final, y citando la segunda lectura del día (Colosenses, capítulo 3, 12-21), estableció la «hoja de ruta cristiana» para la familia: la misericordia entrañable, la bondad, humildad, dulzura, la comprensión y, «sobre todo», la experiencia de saberse perdonados y de saber perdonar. El perdón, clave en los testimonios de matrimonios y en las peticiones de la misa, resonó ayer como el arma secreta del matrimonio cristiano.
Una sociedad sostenible
La ideología oficial (la del seudoprogresismo laicista de género) lleva a afirmar que es lo mismo un compromiso estable de vida en común abierto a la vida y jurídicamente blindado que la relación de hecho y sin compromiso.
Por: Benigno Blanco*
Las reacciones virulentas del progresismo oficial ante la constatación por parte del Obispo Reig Plá de que en el matrimonio hay mucha menos violencia doméstica que en las relaciones de hecho, han puesto de manifiesto uno de los problemas más serios de la política actual respecto a la familia: la priorización de los prejuicios ideológicos frente a los hechos.
La ideología oficial (la del seudoprogresismo laicista de género) lleva a afirmar que es lo mismo un compromiso estable de vida en común abierto a la vida y jurídicamente blindado que la relación de hecho y sin compromiso; que es lo mismo la unión de un hombre y una mujer que la de dos personas del mismo sexo; que la protección jurídica del vínculo matrimonial es peor que la garantía del divorcio exprés; que merece más protección el aborto que el derecho a ser madre. Estos son prejuicios ideológicos que no se corresponden con los hechos.
Las leyes vigentes en materia de familia responden por desgracia a los citados prejuicios. Por eso esas leyes hacen tanto daño a la familia. Hay que volver a legislar atendiendo a la realidad de las cosas y para eso hay que mirar sin miedo esa realidad.
Cuando se mira la realidad de las cosas se comprueba que una sociedad con muchas familias estables es una sociedad más sostenible, una sociedad que genera más bienestar para la generación actual y deja un mundo mejor para las generaciones futuras. Matrimonios estables quiere decir personas en clima de acogida permanente, por eso la ley debe primar la protección del matrimonio y no facilitar el fracaso que supone el divorcio. Dar vida es un inmenso bien personal y social; por eso la ley debe proteger la vida y el derecho a ser madre y no financiar el inmenso drama del aborto.
Lo razonable sería que las leyes incentivasen lo que funciona, lo sostenible, sin perjuicio de contemplar los fracasos que la libertad humana hace inevitables. Este es el reto de una verdadera política familiar para una época de crisis: construir de nuevo sobre los hechos, dejando de lado las ideologías absurdas.
*Benigno Blanco es presidente del Foro de la Familia
Legislaciones pro-vida y pro-familiaDesde hace pocos años venimos asistiendo a numerosas iniciativas para revertir la «cultura de la muerte» en el ámbito legislativo. Se ha pasado de estar a la defensiva, de luchar por simplemente mantener aquellas constituciones o legislaciones acordes a la ley natural, a una ofensiva en toda regla por recuperar posiciones. De estas semanas destaco:· Nueva constitución de Hungría. El gobierno de Viktor Orbán ha iniciado los trámites para incluir en la constitución del país: el derecho a la vida desde la concepción, la protección de la familia natural, la Corona de San Esteban —a pesar de que será siendo república volverá al escudo— y un especial reconocimiento a la milenaria historia cristiana del país.
· Estado mexicano de Tamaulipas. Con sus luces y sombras, ya son 19 los estados de México que protegen constitucionalmente la vida desde la concepción. Como en ocasiones anteriores, ha sido el PRI —partido de izquierda— el que ha abanderado la vida. La cultura de la muerte está desconcertada, se está quedando exclusivamente con el apoyo de los fanáticos del PRD de Cárdenas y teme el resultado en los cinco estados en los que están curso acciones legislativas: Aguascalientes, Veracruz, Tlaxcala, Baja California Sur y Estado de México.
Legislaciones pro-vida y pro-familia
Argüello: «Si el Estado no cree en Dios, es fácil que haga leyes que no favorezcan a la familia»
Advierte de que Europa está frente a un colapso económico, cultural y social por un grave problema: «Falta el concepto de familia cristiana»
Por: Laura Danielle/Abc
(fragmento)
Es uno de los grandes impulsores de la Misa de la Familia. Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, es el responsable de que la Eucaristía tenga un marcado perfil europeo. No en vano, el lema de este año es «La familia cristiana, esperanza para Europa».
— ¿La familia tradicional se está convirtiendo en un bien en extinción?
—Si falta la fe, claro que la familia cada vez será más difícil. La fe es la participación a la vida divina que hace que el hombre pueda amar al otro más allá de la muerte, esto es el amor al enemigo. ¡Cuántas veces el enemigo es la mujer o es el marido! Dios nos da su Espíritu, que nos permite amar al otro como Jesucristo nos ha amado.
— ¿Existe una actitud de indiferencia por parte del Estado frente a la familia?
—Es una pregunta difícil. El Estado tiene que darse cuenta de que la familia es una célula básica de la sociedad. De una sociedad real, nueva, donde se pueda formar a los hombres en una dimensión humana, psicológica y sobre todo divina. Si el Estado es un Estado laico, que no cree en Dios o no quiere que exista una confesionalidad, es fácil que a veces sin querer —de forma inconsciente incluso— haga leyes que no favorezcan la familia cristiana. Es un error muy grave que comete el Estado. Hoy, los países ateos como los del norte de Europa demuestran que la sociedad se altera gravemente si se destruye la familia, puesto que en un porcentaje muy alto, por ejemplo, en las sociedades escandinavas, el 80% vive sola; y envejecer y morir solos es muy duro.
—Según el último informe del Instituto de Política Familiar se necesitan, al menos, 100.000 nacimientos más anuales en España para asegurar mínimamente el nivel de reemplazo generacional…
—Es lo que dice este encuentro importante: «La familia cristiana, esperanza para Europa». Los cristianos saben que tener un hijo no es una tontería, una arbitrariedad, sino que es, como dice el Concilio Vaticano II, un don, un ser querido por Dios. Los padres participan con Dios en la creación de un ser humano que vivirá eternamente como un Hijo de Dios. El problema es que falta el concepto de familia cristiana. Se ha interpretado en numerosas ocasiones como que muchas familias tenían que tener un niño o dos. Ha sido un error enorme porque faltan muchos niños en Europa. Solamente si las familias vuelven a ser cristianas, se abren a la vida y aceptan los hijos que Dios les dará se salvará Europa.
— Además, el Gobierno prepara una Ley de Muerte Digna con el objetivo de regular los derechos de los enfermos terminales. .. ¿Puede esta medida desgastar la estabilidad familiar?
— Los cristianos morimos con nuestra comunidad, protegidos y ayudados por los hermanos. La familia cristiana no manda jamás a los ancianos a un asilo, eso lo hace una sociedad que ha dejado de ser cristiana…www.religionenlibertad.com
Radiografía del matrimonio y la familia en EE.UU.
¿Está anticuado el matrimonio?
Una encuesta nacional muestra que la mayoría de los estadounidenses siguen teniendo interés en casarse y no consideran que el matrimonio esté superado, aunque la opinión sobre las nuevas formas de convivencia está muy dividida. Pese a todo, la mayoría de los encuestados considera que la familia es lo más importante en su vida.
Fecha: 24 Diciembre 2010
El estudio, realizado conjuntamente por Pew Research Center y el semanario Time, buscaba realizar una radiografía de la situación de la familia norteamericana y determinar los cambios que se han producido en los últimos decenios. En las sociedades de hoy, por unas u otras razones, el matrimonio tiende a posponerse mucho más que hace treinta años. Una de las causas que explican ese retraso está relacionada con la entrada en el mundo laboral y el logro de cierta estabilidad económica.
De hecho, el informe señala que lo que sí se ha ampliado es la brecha entre clases sociales en relación con el matrimonio, un dato preocupante según Time. Casarse sigue siendo la manera más normal de formar una familia entre personas con estudios universitarios y buenos ingresos (64%); pero esto no significa que aquellos que pertenecen a una clase socioeconómica inferior eludan el compromiso matrimonial: también desean casarse, pero retrasan su decisión hasta encontrar una situación económica más estable.
El matrimonio sigue siendo valorado
El resumen de Time habla por sí mismo: lo que puede deducirse es que el matrimonio sigue siendo una institución social importante, aunque algunos no lo consideren necesario; hoy, se afirma “ni las mujeres ni los hombres necesitan casarse para mantener relaciones sexuales, éxito profesional, respeto ni incluso para tener hijos, pero el matrimonio sigue siendo venerado y deseado”.
-El 59% de los encuestados no cree que el matrimonio sea una institución obsoleta, frente a un 39% que sí lo considera anticuado
Esto explica que en cuanto a la importancia que se da al matrimonio, la situación no haya cambiado significativamente desde 1978. El 59% de los encuestados no cree que el matrimonio sea una institución obsoleta, frente a un 39% que sí lo considera anticuado (en 1978, este último porcentaje se situaba en el 28%).
Los niños necesitan a su padre y a su madre
Por otro lado, el 69% considera negativo para la sociedad el fenómeno de las madres no casadas, cuyo número ha aumentado de forma considerable en los últimos cincuenta años: del 5% en 1960 al 41% en 2008. Además, no afecta a todos por igual. Hay diferencias importantes entre la población negra (de las mujeres de color que dieron a luz, el 72% eran solteras), la hispana (el 53%) y blanca (con un porcentaje del 29%).
Pero ¿cuál es la opinión pública en torno a estos fenómenos? El 61% de los encuestados mantienen que un niño, para ser feliz, necesita de la figura de su padre y de su madre. Y, como se ha puesto de manifiesto en otras investigaciones (ver Aceprensa, 22-01-2010), no es lo mismo nacer en un hogar estable que no.
Una investigación titulada Fragile Families and Child Wellbeing Study, realizada conjuntamente por las universidades de Princeton y Columbia, que ha hecho el seguimiento de 5.000 hijos extramatrimoniales desde su nacimiento hasta los nueve años, indica que en su mayoría han nacido en el seno de una pareja. Pero a la vez resulta que al cabo de los cinco años contemplados en el estudio, sólo el 16% de las parejas se habían casado y sólo el 20% seguían cohabitando.
Es un hecho que la separación y el comienzo de nuevas relaciones entre los progenitores aleja a los niños de sus padres biológicos. Según Andrew Cherlin, sociólogo y autor del libro The Marriage-Go-Round: The State of Marriage and the Family in America Today, el 21% de estos niños ve de media dos compañeros sentimentales de su madre hasta los 15 años y el 8%, tres o más.
En cuanto a que las parejas homosexuales puedan adoptar hijos es algo que el 43% ve mal y el 41% bien. El 51% de los encuestados afirma que los niños criados en estas parejas tendrán más dificultades en la vida que el resto de los niños. En cambio, no es tan alta la proporción de quienes piensan lo mismo con respecto a los hijos de familias monoparentales o de divorciados.
Crece la cohabitación
El 43% señala que la cohabitación sin matrimonio es un fenómeno negativo, frente al 46% que lo considera como algo positivo –aunque el 44% de todos los adultos entrevistados de 30 a 40 años dice haber cohabitado en algún momento de su vida–; el 43% cree que es malo que las parejas no casadas tengan hijos, frente a otro 43% que lo ve bien.
La cohabitación ha crecido un 13% en los últimos años, lo que para Time puede deberse a la crisis económica. Según esta hipótesis, la inseguridad material no anima a comprometerse en el matrimonio, pero a la vez estimula a compartir techo para ahorrar gastos.
Lo que sí parece haber cambiado es la opinión sobre las relaciones prematrimoniales, que se ha invertido completamente. En 1969 el 68% de los jóvenes consideraba que estaban mal, frente al 21% que las aprobaba. En la actualidad, el 60% no enjuicia críticamente este tipo de relaciones y solo el 32% las considera inmorales.
La familia, lo más importante
La encuesta sobre la familia revela cierta incoherencia, que no se explica solo por los cambios sociales ni por una discrepancia entre lo que se piensa y lo que realmente se vive. Por ejemplo, el 44% de los encuestados menores de 30 años piensa que el matrimonio está “en vías de extinción”, pero en esa franja de edad sólo el 5% se niega rotundamente a adquirir ese tipo de compromiso.
-“La ventaja del matrimonio es que se puede construir sobre él. Vivir juntos es como un velcro”
En cualquier caso, en Estados Unidos el matrimonio sigue siendo la unión más estable. Como señala Cherlin, las parejas de hecho aumentan pero son mucho menos duraderas, de modo que solo el 6% de los niños norteamericanos son hijos de parejas que viven juntas sin estar casadas. También se ha apreciado una estabilización en las tasas de divorcio en los últimos años.
Y pese a los titulares con el que el Pew Center y Time comunican los resultados, la mayoría de los encuestados es optimista con respecto al futuro de la familia. Como indica Time, “el matrimonio sigue siendo el mejor camino para que la mayoría de la gente haga realidad sus sueños”, y aunque los sueños no siempre se cumplen, añade, los estadounidenses aman tanto el matrimonio como para al menos intentarlo.
No es de extrañar, pues, que un mayoritario 76% manifieste que su familia es lo más importante en su vida y que el 75% está muy satisfecho con su vida familiar. Eso significa, como acertadamente ve el informe, que, pese a las opiniones, lo que no decae es la importancia del vínculo familiar: el 83% se sentiría muy obligado a cuidar de sus padres, por ejemplo, pero no tanto a hacerlo con quienes no comparten ningún tipo de relación familiar.
Las uniones civiles comprometen menos
Ante estos datos, la solución que los expertos contactados por Time ofrecen para cambiar algunas de las tendencias consiste en reforzar más el matrimonio, haciendo hincapié en la comunicación entre los cónyuges. Para Seth Eisenberg, presidente de la Fundación PAIRS, una de las más importantes del país entre las dedicadas a las relaciones familiares, la ventaja del matrimonio consiste en que es como el pegamento. “Se puede construir sobre él. Vivir juntos es como un velcro. El compromiso matrimonial ofrece a las personas la posibilidad de crecer y prosperar de un modo que no lo permiten otras relaciones”, añade.
Los sociólogos tienen otro punto de vista. A su juicio, la situación cambiaría si se añade más seriedad y un mayor compromiso en las formas de convivencia no matrimoniales. No puede ser, señalan, que el matrimonio implique unas obligaciones y que la convivencia extramatrimonial no imponga vínculos similares. Esto se antoja ciertamente paradójico, pues precisamente se ha intentado explicar el auge de este tipo de uniones apelando a una flexibilidad ajena al matrimonio. ¿No es lo mismo esto que apoyar al matrimonio? ¿Por qué tanto interés en asimilarse a una institución que se tacha de obsoleta?
Un descrédito aparente
Lo que este juego de datos y esta diversidad de análisis plantean es que pese a un aparente descrédito del matrimonio, éste sigue siendo una institución importante para la sociedad y para sus miembros. Al final resulta que las nuevas formas de convivencia, que se pusieron en marcha como alternativas a una institución presuntamente en vías de extinción, buscan parecerse cada vez más al matrimonio.
A este respecto es sintomático lo ocurrido en el Reino Unido, cuya legislación diferencia entre matrimonios, sólo heterosexuales, y las uniones civiles (civil partnerships), reservadas para parejas homosexuales. Ambos tipos de uniones cuentan básicamente con los mismos derechos en cuanto a propiedad, herencia, pensiones, etc., y se diferencian principalmente en que las uniones homosexuales son más fáciles de disolver. Peter Tatchell, un activista homosexual, considera que contar con dos instituciones con diferencias basadas exclusivamente en la orientación sexual supone una discriminación de dos vías que vulnera los derechos de los gays, por una parte, porque se les prohíbe contraer matrimonio, y de los heterosexuales, por otra, porque no pueden acogerse al estatuto de la civil partnership.
Ahora, según The Economist, buscan que sus uniones puedan ser denominadas matrimonios. Por eso en noviembre pasado se emprendió una campaña para desafiar la ley. Una sucesión de parejas de dos clases comenzó a presentarse en las oficinas del registro civil: por un lado, parejas homosexuales que querían casarse, y por otro, parejas heterosexuales que pretendían ser reconocidas como uniones civiles. Todas fueron rechazadas, lo que sirve a los promotores de la iniciativa para defender su tesis de la doble discriminación.
Si el matrimonio está en decadencia, si no es más que una antigualla, no parecen creerlo así los implicados en esta paradójica campaña. Pues unas parejas equiparadas a las casadas reclaman también el nombre de matrimonio. Y otras parejas que podrían casarse piden todo lo que tiene el matrimonio, menos el nombre. Quizás la confusión empezó con la equiparación misma, hecha como si el matrimonio no fuera más que un título legal
Firmado por Josemaría Carabante
Regalos para Navidad
Algunos de los mejores regalos que puedes darle a tus seres queridos esta Navidad y que al mismo tiempo te ayudarán a recordarte el por qué de esta celebración Ahora que entramos en esta temporada de fiestas decembrinas me imagino que ya habrás empezado la búsqueda de tus obsequios navideños. Así pues, quiero aprovechar la oportunidad para recomendarte algunos de los mejores regalos que puedes darle a tus seres queridos esta Navidad y que al mismo tiempo te ayudarán a recordarte el por qué de esta celebración.
No olvidemos que el sentido de regalar algo no es otro que el de decirle a aquel ser querido “Dejé de pensar en mi para pensar en ti”. Así que si no dejamos de lado este principio fundamental entonces podremos estar seguros de que aquello que regalemos estará lleno de sentido y significado.
· Regalo 1: Comprensión
Envuelve para regalo tus ojos y oídos y disponte a observar y a escuchar todo lo que los demás tienen que hacer y decir. Deja de centrarte durante esta temporada en tus propias ideas y pensamientos y proponte escuchar y observar las maravillas que suceden a nuestro alrededor cuando estamos disponibles para observar y escuchar. Regálale a tus seres queridos tu disposición de intentar ponerte en su lugar y ver el mundo a través de sus ojos y escucharlo a través de sus oídos.Sugerencia: Invítale un café a un amigo y dile que te externe su opinión acerca de un tema en específico y mientras lo hace proponte hablar lo menos posible y escucharlo al máximo.
· Regalo 2: Perdón
Definitivamente uno de los regalos más ricos y formativos. Aprovecha la Navidad y toda la magia que produce en el ambiente para perdonar y pedir perdón a aquella persona de la que te alejaste por alguna razón. No importa cual haya sido la causa de esta separación y distanciamiento, siempre habrá una oportunidad para arreglar el problema. Además te darás cuenta que este regalo, al hacerlo efectivo, te renueva más que cualquier cambio de imagen y ropa que pudieras comprar.Sugerencia: Escribe una carta de perdón y envíala antes de contactar a la persona de tal forma que tengan un motivo para volver a dialogar.
· Regalo 3: Tiempo
Sin duda alguna el regalo más valioso de todos. No existe algo más hermoso que regalarle tu tiempo a alguien más. El tiempo, ese elemento tan preciado que no puede ser comprado ni canjeado por nada, vale mucho. Dedicarle minutos de tu vida a alguien es un gran regalo. Sugerencia: Ofrécete pasar todo un día con tus papás cediéndoles la iniciativa para decidir qué hacer y dónde ir.
· Regalo 4: Ayuda
Muy ligado con el anterior uno de los regalos que todos quisiéramos recibir, más que cualquier cosa material, es la voluntad de alguien para ayudarnos a solucionar algún problema o brindarnos un buen consejo de vida. Estos son los detalles que le dan sentido a lo que celebramos en la Navidad y que la hacen tan especial.Sugerencia: Recolecta ropa y cobijas entre tus seres queridos y dónalas a una institución de asistencia social.
Finalmente te puedo recomendar que esta Navidad regales aquello que sólo tu puedas dar, y que por lo mismo representa algo tan especial. Por eso, mi última sugerencia de regalo sería…
· Regalo 5: ¡Tú mismo!
Al final, el mejor regalo que puedes dar es aquel que involucra dar lo mejor que tienes: ¡Tú mismo! No existe mejor regalo que decirle a alguien: “Todo mi ser está dispuesto a acompañarte en estas fiestas”. Este es el verdadero sentido de la Navidad y percibimos su magia porque nos recuerda cual es el elemento central que da sentido a nuestra presencia en este mundo: Amar al prójimo como a nosotros mismos.
¡Feliz Navidad!
Autor: Jose Luis Damián | Fuente: Catholic.net
Regalos para Navidad
Algunos de los mejores regalos que puedes darle a tus seres queridos esta Navidad y que al mismo tiempo te ayudarán a recordarte el por qué de esta celebración
Ahora que entramos en esta temporada de fiestas decembrinas me imagino que ya habrás empezado la búsqueda de tus obsequios navideños. Así pues, quiero aprovechar la oportunidad para recomendarte algunos de los mejores regalos que puedes darle a tus seres queridos esta Navidad y que al mismo tiempo te ayudarán a recordarte el por qué de esta celebración.
No olvidemos que el sentido de regalar algo no es otro que el de decirle a aquel ser querido “Dejé de pensar en mi para pensar en ti”. Así que si no dejamos de lado este principio fundamental entonces podremos estar seguros de que aquello que regalemos estará lleno de sentido y significado.
· Regalo 1: Comprensión
Envuelve para regalo tus ojos y oídos y disponte a observar y a escuchar todo lo que los demás tienen que hacer y decir. Deja de centrarte durante esta temporada en tus propias ideas y pensamientos y proponte escuchar y observar las maravillas que suceden a nuestro alrededor cuando estamos disponibles para observar y escuchar. Regálale a tus seres queridos tu disposición de intentar ponerte en su lugar y ver el mundo a través de sus ojos y escucharlo a través de sus oídos.
Sugerencia: Invítale un café a un amigo y dile que te externe su opinión acerca de un tema en específico y mientras lo hace proponte hablar lo menos posible y escucharlo al máximo.
· Regalo 2: Perdón
Definitivamente uno de los regalos más ricos y formativos. Aprovecha la Navidad y toda la magia que produce en el ambiente para perdonar y pedir perdón a aquella persona de la que te alejaste por alguna razón. No importa cual haya sido la causa de esta separación y distanciamiento, siempre habrá una oportunidad para arreglar el problema. Además te darás cuenta que este regalo, al hacerlo efectivo, te renueva más que cualquier cambio de imagen y ropa que pudieras comprar.
Sugerencia: Escribe una carta de perdón y envíala antes de contactar a la persona de tal forma que tengan un motivo para volver a dialogar.
· Regalo 3: Tiempo
Sin duda alguna el regalo más valioso de todos. No existe algo más hermoso que regalarle tu tiempo a alguien más. El tiempo, ese elemento tan preciado que no puede ser comprado ni canjeado por nada, vale mucho. Dedicarle minutos de tu vida a alguien es un gran regalo.
Sugerencia: Ofrécete pasar todo un día con tus papás cediéndoles la iniciativa para decidir qué hacer y dónde ir.
· Regalo 4: Ayuda
Muy ligado con el anterior uno de los regalos que todos quisiéramos recibir, más que cualquier cosa material, es la voluntad de alguien para ayudarnos a solucionar algún problema o brindarnos un buen consejo de vida. Estos son los detalles que le dan sentido a lo que celebramos en la Navidad y que la hacen tan especial.
Sugerencia: Recolecta ropa y cobijas entre tus seres queridos y dónalas a una institución de asistencia social.
Finalmente te puedo recomendar que esta Navidad regales aquello que sólo tu puedas dar, y que por lo mismo representa algo tan especial. Por eso, mi última sugerencia de regalo sería…
· Regalo 5: ¡Tú mismo!
Al final, el mejor regalo que puedes dar es aquel que involucra dar lo mejor que tienes: ¡Tú mismo! No existe mejor regalo que decirle a alguien: “Todo mi ser está dispuesto a acompañarte en estas fiestas”. Este es el verdadero sentido de la Navidad y percibimos su magia porque nos recuerda cual es el elemento central que da sentido a nuestra presencia en este mundo: Amar al prójimo como a nosotros mismos.
¡Feliz Navidad!
Autor: Jose Luis Damián | Fuente: Catholic.net
El pesebre, verdadero sentido de la Navidad
Pese a que el árbol de navidad es el ícono más usado en esta época del año, la representación del nacimiento de Cristo es la costumbre más importante de las festividades navideñas porque a través de él se representa el acontecimiento que dio inicio a la era cristiana, con la llegada del Salvador.
A través del pesebre o nacimiento, cada familia contempla la esencia del amor representada por la Sagrada Familia (José y María junto al Niño Dios) en un establo acompañados por el calor de unos animales y varios pastores: “Jesús, José y María no necesitaron mayores comodidades que la de un establo para entregarse al mundo, y es ese ejemplo de sencillez y austeridad el que debemos imitar para celebrar la Navidad”, reflexiona el padre Marcial Chupinagua.
En esta Navidad, invite a sus hijos y familiares más cercanos a construir el pesebre en familia y aproveche esta oportunidad para evocar los momentos vividos por José y María previamente al nacimiento y luego, la felicidad por la llegada del Salvador. Asimismo, la visita de los Reyes Magos quienes con gran humildad adoraron al Niño en su humilde morada.
El pesebre es una lección de vida y también de amor y sencillez. Cada elemento de esta representación es una oportunidad para reflexionar sobre los valores cristianos. He aquí el significado de las figuras que componen el nacimiento:
Choza: Representa sencillez y humildad.
San José: El hombre que nos inspira a la obediencia y la fortaleza.
Virgen María: Representa la fidelidad y el amor a Dios, mujer compresiva y bondadosa.
Niño Jesús: Guía espiritual, que se aloja en el corazón del hombre para transmitirle su amor al mundo.
Buey: Su misión era mantener caliente la cuna del niño Jesús. Sirve como ejemplo a los hombres, para que mantengan en sus hogares un ambiente cálido y amoroso.
Burro: Es el animal más humilde de la creación, motivo por el cual fue el elegido para acompañar a la Sagrada Familia en el pesebre.
El ángel: Simboliza la bondad, el amor y la misericordia.
Tres reyes magos: A través de sus obsequios (oro, incienso y mirra), le muestran a Jesús su naturaleza real y divina.
Pastores: Representan la humildad, la sencillez, el servicio, la ayuda y la alegría de los humanos que cuidan con amor a su rebaño.
Ovejas: Significan obediencia y docilidad, inspiran confianza.
Estrella: Significa renovación. Representa la luz inagotable y refrescante que disipa las tinieblas para darnos esperanza.
Fin de año y balance personal
De forma sorprendente ha pasado un año más, 365 días que se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Tal vez para algunos un buen año, para otros no tanto. Lo cierto es que hemos llegado a la etapa final de un ciclo y es el momento de presentarse -a sí mismo- el balance de cuentas.
Además de las celebraciones, reuniones y buenos deseos que trae el fin de año, es la oportunidad para hacer balances -tanto personal como profesional-, sobre el tiempo transcurrido. Así pues, se considera que un año es un ciclo, el cual comprende un inicio y un fin, y aunque la vida no se termina cuando el reloj muestra la medianoche del treinta y uno de diciembre, sí es la clausura de un período de la vida que merece cierta reflexión.
Una pausa en el camino
Tal como al comienzo del año se acostumbra hacer una proyección del futuro, también es importante echar un vistazo atrás y hacer un recuento de los sucesos negativos y positivos que acontecieron.
Esta actividad es una buena estrategia para auto-reconocer las fortalezas, lo que servirá para afianzar la autoestima y la seguridad en las propias capacidades. Además, sirve para abonar el terreno que está por venir, y una vez más, aprender de los errores, que deberán traducirse en oportunidades de mejora.
Este es un ejercicio que brinda claridad mental, al mismo tiempo permite medir el desempeño personal -por ejemplo la constancia y el compromiso- para así buscar el mejoramiento continuo que implica el desarrollo humano.
Claves para realizar el balance personal
El balance personal es una forma de conectarse con sigo mismo, por eso debe realizarse sin prisas, aunque cada quien marca su estilo, lo importante es no empezar un nuevo año sin haber hecho una pausa antes.
Para ello, la sicóloga clínica Mariely Said* propone las siguientes claves publicadas en un artículo del diario La Tercera de Chile:
Ë Realizar un balance de fin de año es hacer un alto en el camino que puede resultar beneficioso. Mirar hacia atrás implica ver aquello que nos propusimos y logramos y aquello que deseamos pero no pudimos alcanzar.
Ë Este recuento es una oportunidad de crecer, independiente de que al final sea positivo o negativo, pues permite un aprendizaje.
Ë Existe la tendencia a recordar sólo lo malo, aquello que no pudimos lograr y que nos causa frustración. Sin embargo, la satisfacción en la vida no depende sólo de los éxitos, sino de aprender a disfrutar de las cosas sencillas, de aquello que logramos y de lo que tenemos hoy.
Ë Cada momento difícil que afrontamos trae consigo una oportunidad en la vida, una madurez distinta, mayor empatía y cercanía con los demás. “La desesperanza nos invade cuando nos preocupamos tanto de lo que nos hizo sufrir en el pasado que no miramos hacia el futuro”, explica Said.
Ë Hacer planes a futuro puede ser altamente motivante para las personas, pues se convierten en una guía a seguir. A la larga servirán para evaluar qué metas logramos alcanzar y aceptar aquello que podemos o no cambiar.
Ë Expresar en público algunas de nuestras metas ayudará a generar un grado de compromiso con lo que decimos. “El desafío es pasar de las palabras a la acción, cumplir aquellos que decimos y hacer lo que soñamos”, enfatiza la sicóloga.
Ë Lo importante es evitar las frustraciones por aquello que queríamos y no alcanzamos a realizar durante el año. Said enfatiza que “cuando las personas llegan al final de su vidas no piden que les traigan sus diplomas, sino quieren estar rodeados de aquellos a quienes aman. La sabiduría consiste en aprender esto lo antes posible”.
Paso a paso del balance personal
Si alguna vez se sentó con papel en mano para señalar los propósitos del año, es hora de sacarlos del cajón; de esta manera se facilitarán las cosas. Si de lo contrario, los propósitos quedaron guardados en el disco duro de la mente, entonces hay que recordar con esmero uno por uno.
Aunque no existe un procedimiento estándar, se podría considerar dentro de la evaluación los puntos a continuación:
Ë Logros alcanzados: es importante ser lo más claro y sincero posible, pues no es el balance que se le presenta al jefe, sino a uno mismo. Se deberá repasar cada meta trazada, su objetivo y plazo de cumplimiento. Aquellos logros alcanzados, deberán ser motivo de satisfacción y fuente de motivación hacia nuevas conquistas.
Ë Metas inconclusas: una vez repasadas las metas alcanzadas, hay que revisar aquellas inconclusas. No se trata de sentir frustración por lo que no se logró, sino más bien se busca aprender de los errores y comenzar un nuevo año con una actitud ganadora. Tal vez evalúe si era una meta demasiado ambiciosa o irreal.
También habrá que reflexionar sobre aquellas metas que cada año hacen parte de la lista de propósitos y en diciembre aún están sin cumplir. Vale la pena identificar qué impide que este propósito se lleve a cabo; si son condiciones personales y ajenas a cada quien, o si de lo contrario dependen de la voluntad propia.
Ë Aspectos por mejorar: es el objetivo principal de todo balance, pues el ejercicio carecería de sentido si no incluyera esta última fase. De las experiencias se aprende y gracias a este tipo de reflexiones, se acrecienta el conocimiento propio, lo cual se traduce en beneficios para el desarrollo personas y las relaciones con los demás.
Al culminar esta valoración, debe quedar un sentimiento de esperanza y actitud positiva hacia el nuevo ciclo que empieza. Nunca una actitud derrotada, sino un norte claro para seguir.
Inician congreso internacional sobre familia y
evangelización en el Vaticano
VATICANO, 25 Nov. 10 / 10:14 am (ACI)
El Pontificio Consejo para la Familia convocó al congreso internacional sobre "La familia cristiana, sujeto de evangelización", que se realiza en Roma desde hoy hasta el próximo sábado.
El evento fue convocado con el fin de "reforzar el papel de la familia destinataria y comunicadora del mensaje evangélico por medio de una respuesta donde una vez se acepte el anuncio, comience un compromiso propositivo y un fuerte testimonio de un estilo de vida auténticamente cristiano".
Entre los ponentes se encuentran el Secretario del Consejo Pontificio para la Familia, Mons. Jean Laffitte; el Obispo de Alcalá, Mons. Juan Antonio Reig Plá; y el Obispo Auxiliar de San Salvador da Bahía, Mons. João Carlos Petrini.
El evento será inaugurado y cerrado por el Presidente del dicasterio, el Cardenal Ennio Antonelli. También estarán presentes el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Antonio Cañizares; y el Prefecto de la Congregación para los Obispos, Cardenal Marc Ouellet.
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La familia en el siglo XXI: amor y solidaridad, más que socioeconomía
Es un grupo primario que se constituye por la residencia común, la cooperación y la reproducción. Como mínimo, porque hay más. (Publicado el 18 de enero de 2008)
El poeta Miguel Hernández: "la especie humana me ha dado por herencia la familia"La publicidad de los medios, a menudo con una descripción y una promoción falseadas de la familia, nos arrastran por “la dictadura de los usos sociales”, expresión utilizada hace ya muchos años por Ortega y Gasset. Por eso, hoy como ayer, relativizar la importancia de la familia e imponer ideologías que nos aparten del conocimiento de lo que es la persona y su dignidad, sería la mayor de las injusticias, nunca nos aportaría verdadero progreso humano. Hablar de familia es hablar de libertad, autoridad, respeto, amor, crecimiento, entrega a los demás. Sí. En la familia encontramos la primera libertad, que está conectada íntimamente con el servicio a los demás. Una libertad que es sacrificio y renuncia; que siempre cuidará con finura del gran valor del respeto y la justicia. En ella encontramos fortaleza ante la adversidad, ambiente de alegre vencimiento, de mejora real y para todos, comprensión, cierta unánime esperanza, una referencia vital.En la familia, por su propia naturaleza, se produce el desarrollo personal en un marco de responsabilidad y solidaridad, pues las relaciones familiares son –luchamos todos porque sean- esencialmente, relaciones de amor. Por eso es fuente de humanización y crecimiento personal, el mejor lugar donde las desigualdades pueden ser superadas, es principio afectivo de la especie humana, cuna de socialización primaria e identidad. Lo conyugal, lo parental y lo fraternal, en una casaEn las relaciones familiares, como primer objetivo, será preciso cultivar y acordar continuamente sus funciones personales: conyugal, parental y fraternal. Esta prioridad comienza ya con el noviazgo; de hecho, ahí se toma la mayor decisión, que después será muy difícil corregir. Tan es así, que a la hora de casarse conviene fijarse más en las funciones personales de la familia que se va a formar, que en los beneficios que en general puede dar (funciones institucionales: biológica, económica, protectora, cultural y de integración).Los gobernantes, si se quieren ocupar sinceramente del bien de la sociedad, entenderán que la familia es, más que una unidad jurídica, social y económica, una comunidad de amor y de solidaridad, también insustituible para la enseñanza y transmisión de los valores culturales, éticos y sociales, esenciales para el desarrollo y bienestar de todos los ciudadanos.
Y es que, existen funciones sociales, también con objetivos muy prácticos, que no pueden ser desempeñadas por otras instituciones distintas a la familia. Esto permite descubrir que la familia natural es un grupo primario que se constituye por la residencia común, la cooperación y la reproducción. No es posible que una sociedad moderna produzca los bienes, referencias y claves que requiere para operar, sin el concurso de la familia como referente principal.Es así que la familia natural se mantiene como referencia práctica necesaria, sin perjuicio de que aparezcan y sean atendidos otros modos de convivencia.
Y es que, existen funciones sociales, también con objetivos muy prácticos, que no pueden ser desempeñadas por otras instituciones distintas a la familia. Esto permite descubrir que la familia natural es un grupo primario que se constituye por la residencia común, la cooperación y la reproducción. No es posible que una sociedad moderna produzca los bienes, referencias y claves que requiere para operar, sin el concurso de la familia como referente principal.
En todas las culturas
En todo caso, la familia no es una construcción sociológica casual, fruto de situaciones particulares históricas y económicas. No. El hecho-familia existe en cuanto tal, aunque difiera según las culturas, del mismo modo que el hombre difiere según esas mismas culturas, pero sigue siendo hombre.
Por otra parte, y es más básico de lo que nos puede parecer a primera vista, la familia nos arraiga en una dimensión territorial y cultural, muy importantes para el desarrollo individual y colectivo. Pensemos también que las personas hemos de poder sentirnos fruto del amor; eso constituye, sin duda, una base firme de nuestro ser.
Por otra parte, y es más básico de lo que nos puede parecer a primera vista, la familia nos arraiga en una dimensión territorial y cultural, muy importantes para el desarrollo individual y colectivo. Pensemos también que las personas hemos de poder sentirnos fruto del amor; eso constituye, sin duda, una base firme de nuestro ser.
Para acercarnos mejor a lo inefable del tema, transcribo a continuación dos estrofas de una poesía de Miguel Hernández, “Hijo De La Luz y De La Sombra”. Al leer, pensemos en la inmensidad maravillosa de matrimonios que no son noticia; que se desvelan por vivir en familia, como una de las más bellas aventuras de amor que puedan ser imaginadas.
“No te quiero a ti sola, te quiero en tu ascendencia
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me ha dado por herencia
la familia del hijo será la especie humana.
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me ha dado por herencia
la familia del hijo será la especie humana.
Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo”.
Por: Emili Avilés Cutillas
EL PRECIO DE LA NOCHE
Por Javier Láinez
No son pocos los jóvenes que opinan que la libertad es un bien tan grande que nada merece la pena si hay que sacrificarla. Libertad sin fin y sin límites. Y al que le pique, que se rasque. Sin embargo, cuando hemos elegido, nos hacemos responsables de la felicidad o infelicidad que provoca mi elección.
Lamentos tardíos.
Laura me contaba que, cuando sale los sábados por la noche, siempre tiene en cuenta que no puede gastar todo el dinero que lleve. Ha de reservar lo suficiente para el taxi que la devuelva a casa, pues vive en una zona residencial y le da miedo volver en autobús y andar sola por la calle a esas horas. «Pero, le pregunté, ¿no te acompaña Borja a casa?» Borja es el chico con el que Laura está saliendo, van a la misma clase y viven en la misma urbanización. «No, yo tengo que volver a la una como tarde y a él le dejan hasta las dos», fue su natural respuesta.
A uno ya no le sorprende nada, pero no deja de ser sorprendente que a Laura y a Borja no les sorprenda esta incoherencia. Quizá algunos sigamos pensando con esquemas medievales, pero más allá de la cortesía, parece lógico esperar que Borja sacrifique una hora de diversión para acompañar a casa a su novia y ahorrarle la congoja de tener que pedirle al taxista que espere a que ella haya abierto la puerta de su casa para marcharse. Todos los años nos enteramos de los más espantosos crímenes cometidos a chicas que regresaban solas a casa. A veces fueron sólo unos centenares de metros de caminar solitario, y después el novio o quien sea se lamenta de no haber tenido los reflejos suficientes para acompañar a la muchacha. ¡Ah, los lamentos tardíos! No pretendo extenderme sobre el miedo a los psicópatas, sino más bien –en un tono de mayor normalidad- al sacrificio que hace falta para dar paz a otra persona.
Torturado por la dictadura.
El prof. Lorda pone en uno de sus libros un ejemplo clarividente. Un día nos encontramos por la calle a un amigo al que conocimos en el extranjero. Sabemos que su país ha sufrido recientemente duras convulsiones políticas. Mientras tomamos café en un bar, nos cuenta su tragedia. Ha sido perseguido y torturado por sus ideas políticas. Perdió su trabajo y su familia saltó por los aires. No quería renunciar a sus ideales y su vida se convirtió en una pesadilla sin salida. Al escuchar su relato, nos embarga una ola de simpatía y de compasión. Es humano solidarizarse con quien ha sido tan duramente castigado. Pero, cuando nos hacemos cargo de la situación, no deja de asombrarnos una cosa. «Y, ¿cómo has podido salir de allí?», preguntamos a bocajarro. Nuestro amigo baja la vista. «Ya no podía resistir más. Había llegado a mi límite». Y nos cuenta, entre lágrimas, que para que la policía le dejara en paz no tuvo más remedio que delatar a sus compañeros. Toda nuestra simpatía se viene al suelo.
¿Se puede obligar a alguien a ser un héroe? Realmente, no. No parece que exista una obligación absoluta de sacrificarse hasta más allá de un límite. Pero, por dentro, algo nos lleva a clamar por una actitud más generosa. Parece que no es de recibo construir mi felicidad o mi liberación sobre el sufrimiento de otros. Tal vez no sabríamos explicarlo con palabras, pero pensamos que el ser humano reclama este tipo de heroismos. Mientras tecleo estas líneas, estoy escuchando una canción de Luz Casal que repite incansable un estribillo: «Quiéreme aunque te duela».
Movidas y dolores.
Una gran cantidad de adolescentes mantiene ásperas discusiones con sus padres a cuenta de las horas de regreso a casa los fines de semana. La mejor definición de esta edad agitada e insegura se la oí a un tiarrón de 16 años:«La adolescencia es la época de la vida en que los padres se vuelven insoportables». Desde su punto de vista, los padres no eran más que unos maniáticos fascistoides que no hacían otra cosa que poner pegas y trabas a la libertad de los jóvenes. Los padres no entienden, no quieren entender, que los modos de divertirse hoy día no son ni pueden ser los de sus abuelos y punto. Todo les da miedo: la discoteca, los amigos, la litrona, los porretes, o el jugueteo sexual a cuenta de los preservativos. Imaginan una selva siniestra más allá de las puertas de su casa y querrían tener a sus polluelos bajo sus alas hasta el día de la boda. Por su parte, parece que los chicos no entienden ni quieren entender que a sus padres todo les parezca horripilante, que la noche les preocupe y que no acepten que es normal salir de casa a las doce o la una, después de haber dormido toda la tarde, para pasearse por las calles hasta bien entrada la mañana siguiente.
Puede que entre todos hayamos de ceder y que la cosa no tenga remedio. Pero vale la pena detenerse en un punto que tiene que ver alguna de las cosas dichas anteriormente. Me refiero a la felicidad que se busca sin traer a consideración el sufrimiento que provoca. Rubén es un buen chico, estudioso y normal en muchos aspectos. Pero la noche de los viernes es sagrada para él y tras muchas peleas ha conseguido que nadie le dé la brasa cuando sale. Su padre pone gesto de enfado, pero ya no le sermonea. Claramente ha tirado la toalla. Mamá, en cambio, sigue intentándolo por la vía de la ternura. Pone carita de cordero degollado cuando le ve salir y le suplica a veces que vuelva pronto. Pero Rubén es duro y pasa de ella. «Nunca lo entenderá», piensa. Lo curioso es que Rubén sabe que su madre le esperará despierta hasta que vuelva. Notará las ojeras y el rastro de las lágrimas a la mañana siguiente. Pero no se dejará conmover, porque sería el hazmerreír de todos si deja a la peña colgada para que su mamá no llore y pueda dormir.
Bailar con la más fea.
Aquí viene a cuento preguntarse si uno tiene derecho a hacer lo que le viene en gana sin que le importe lo más mínimo que otros padezcan por las decisiones que uno toma. Cuando mi diversión es tan cara para otros, ¿no podría siquiera remorderme la conciencia? Hace unos días, hablaba con Jorge, un chaval de 15 años. Habían cruzado una apuesta entre varios chicos para ver si él era capaz de “enrollarse” con Mireya, una chica bastante fea pero “fácil” según el catálogo de la pandilla. Jorge sintió cuestionada su hombría y se lanzó a seducirla. No hizo falta insistir mucho. A los pocos minutos Mireya era suya, si no en alma, sí en cuerpo al menos. Lo que rompió a Jorge fue que al día siguiente toda la panda fuera al Instituto de Mireya a llamarla fea y a contarle que lo de Jorge había sido una apuesta. La broma provocó que a la chiquilla se le saltaran las lágrimas, lo que hizo que las burlas de los chicos arreciaran.
Para no se sabe muy bien quién, sacar a bailar a la más fea puede ser un acto de caballerosidad. Los mismos y las mismas que te dicen que entre sus películas preferidas están “Cyrano de Bergerac” o “El primer Caballero”, esto es, historias románticas en las que se apuesta por el amor profundo más allá de la belleza física, participan de estas bromas crueles sin que parezca importarles el sufrimiento que causan. Hay una punta de cinismo en la frivolidad, a veces verdaderamente ingeniosa, con la que nos estamos acostumbrando a tratar temas serios. El verano pasado participé en un vídeo-forum con una treintena de quinceañeros. Se trataba de una magnífica conferencia de una socióloga norteamericana sobre la sexualidad de los jóvenes. El moderador dijo el título del vídeo: «El sexo tiene un precio» y el chico que tenía delante le susurró a su compañero: «Cinco mil».
Una buena historia de amor.
La Biblia cuenta algunas historias de amor verdaderamente maravillosas. Una de ellas es la larga relación de Jacob, hijo de Isaac, con Raquel, hija de Labán. Se puede leer en el capítulo 29 del Génesis. Se enamoraron en un oasis del desierto y lo suyo fue un verdadero flechazo. Con sólo verse supieron que eran el uno para el otro. Parece el argumento de una película romántica. Pero las costumbres de la época eran otras y, Labán, el padre de la chica al conocer las pretensiones del muchacho, decidió hacérselo sudar. Le pidió nada menos que trabajase siete años gratis para él y luego le daría la mano de su hija. Jacob trabajó de balde los siete años, porque su amada los merecía. Un guionista de Hollywood llenaría la película de miradas lejanas del uno al otro en rápidas secuencias, junto al arroyo, cuando Jacob acarrea leña o ara y ella pasa cerca con un cesto de fruta sobre la cabeza. Pasado el tiempo, Labán engaña a Jacob. No le dará la mano de Raquel. Por los siete años transcurridos tiene derecho a llevarse a Lía, su hermana mayor. Sería un desaire casar a la pequeña y dejar a su hija mayor a vestir santos. Lía era tierna de ojos, pero Raquel era esbelta y hermosa, y a quien Jacob quería era a Raquel. «Pues por ella tendrás que trabajar otros siete años por la cara», le vino a decir su simpático suegro. La Biblia cuenta que Jacob aceptó el trato y que era tal su amor por Raquel que los siete años “le parecieron días, por el amor que la tenía”. Esto es, en otra versión, lo que venía a pedir Luz Casal con su «quiéreme aunque te duela». La historia acaba bien, pues Raquel dará a Jacob sus dos hijos más queridos, José y Benjamín.
Conviene que nos apliquemos a aprender y a enseñar a servir, que en el fondo no es otra cosa que diseñar libremente mi existencia con un sentido nuevo: aquel en el que los que nos rodean adquieren papeles protagonistas y no sólo de figurantes en la película de mi vida. Mi libertad, su libertad, la armonía de los muchos “nuestros” que se entrelazan en las vidas de todos. Por tanto, ante cualesquiera situaciones –pero de manera particular, las más trascendentales- tengo el deber de preguntarme si mi actitud contribuirá a hacer mejor el mundo y no sólo si me proporcionan a mí solito una cierta ventaja. Si sospecho que mi elección va a causar daño o pena a algún otro, he de medir seriamente si merece la pena. «Este, como dice nuestra amiga Luz en su canción Jazmín, es el precio para ser feliz. Sigue siendo así, libertad sin fin».
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-------------La fe se transmite en casa
La familia es la principal fuente de transmisión de los valores religiosos y espirituales. Es ella la encargada de acercar los hijos a Dios y enseñarles la fe. Extraemos varios fragmentos del escrito elaborado por Ramiro Pomés de sontushijos.org, el cual propone una interesante temática.
Difícil pero posible
Los padres tienen la inmensa dignidad de ser los primeros que abren el alma del niño al conocimiento y el amor de Dios, a las realidades del espíritu. Luego les acompañan en el camino de la fe hasta que sean cristianos maduros. Es una misión difícil, por la fuerte presión del ambiente, pero posible por el poder y la ayuda de Dios, del que los padres se hacen colaboradores. Dios ha confiado en ellos doblemente: al darles los hijos y al pedirles que les ayuden a crecer como hijos de Dios.
Las bases humanas: hijos fuertes
Los padres deben inculcar en los hijos todas las virtudes, sin descuidar aquellas que fortalecen la voluntad: el espíritu de sacrificio, la sobriedad, la generosidad. Son antídoto necesario ante la presión del consumismo, el hedonismo y el egoísmo que se cuela por todos los lados; sin fortaleza les faltará la base humana para hacer frente a esa presión.
Ir por delante: la vocación cristiana de los padres
Los hijos no pueden ir solos ni en lo humano ni en lo espiritual. Dios pide a los padres que vivan plenamente su vida cristiana, que tengan una vida de oración y sacramental intensa, que se esfuercen por cumplir con generosidad la voluntad de Dios en todas las facetas de su vida: el trabajo, la familia, las relaciones sociales, la diversión y todas las cosas pequeñas y ordinarias que constituyen la vida del hogar. Esa actitud de generosidad con Dios tiene que ser el ambiente, el caldo de cultivo, de una familia cristiana, en el que crecen interiormente padres e hijos. Unos se ayudan a otros con el ejemplo, con la oración, con la fuerte ayuda interior de la Comunión de los Santos.
El ambiente de una familia cristiana
Los padres transmiten la fe que viven, y a ellos les ayuda también la fe y la piedad que ven en los hijos. La piedad familiar ha de ser profunda y sencilla, vivida con naturalidad y sin imposiciones. La familia sale adelante rezando juntos y rezando unos por otros.
Los hogares cristianos son, en palabras de san Josemaría Escrivá, hogares luminosos, alegres. Con la alegría que da saber vivir contra corriente, con un tono decididamente sobrio, aunque llame la atención en una sociedad materialista obsesionada con tener cada vez más cosas; donde lo natural ha de ser la preocupación de unos por otros, la generosidad, la actitud solidaria ante los más débiles y los necesitados. En esa familia se vive, el cariño a la Iglesia, al Papa, a los sacerdotes, a las misiones, la ilusión apostólica. Se celebran con alegría el Domingo y las fiestas cristianas. Desde niños se muestran ejemplos no edulcorados de conducta cristiana: la vida de los santos y de tantos cristianos de toda edad y condición que han sido fieles, a veces en situaciones muy difíciles.
Dar razones y educar su libertad
Queremos que los hijos lleguen a tener un criterio propio, por eso no debemos imponer sin dar las razones que necesita cada hijo, distintas según su modo de ser y su edad. Los padres deben escucharles, esforzarse por comprender y vivir su mundo. Que los hijos vean que lo que dicen sus padres es realista; que no se debe a que son de otra época, a que no confían en ellos, o a que se ponen siempre en lo peor; sino a que conocen el mundo en el que los hijos se mueven y poseen una experiencia en la que se puede confiar.
Formar su conciencia y confiar, dar libertad progresivamente, desde pequeños y a la vez pedir responsabilidad. No pasar de una protección exagerada y deformadora a dar de repente una libertad absoluta, como por desgracia ocurre hoy tantas veces. Correr el riego de que se puedan equivocar y de que de hecho se equivoquen, y recogerles con serenidad, haciéndoles pensar, para que aprendan también del error.
Formación crítica
Tenemos que enseñar a los hijos a pensar; hablar mucho con ellos, disfrutar en un rato de tertulia todos juntos, y otras veces a solas, contarles cosas de la vida o comentar una noticia positiva, escucharles, conocer sus inquietudes. Debemos cultivar su espíritu crítico ante las manifestaciones de un planteamiento pagano de la vida, y esto desde que son pequeños. De modo natural, nacerá en ellos un sano sentido de superioridad.
En la formación intelectual es fundamental la colaboración de un centro educativo –escuela, colegio, universidad- que refuerce esta visión recibida en casa. Si esto no es posible, los padres han de estar presentes en el centro educativo, no sólo para que el centro sea respetuoso con los valores cristianos, también para promover, junto a los buenos profesores, que siempre los hay, iniciativas formativas que enriquezcan a los hijos y a sus compañeros. Los padres siempre han de seguir siempre la maduración intelectual de los hijos, también si el colegio es de confianza, porque no basta que oigan las cosas, hay que ver si asimilan lo que se les enseña, resolver sus dudas y, si es el caso, contrarrestar las visiones deformadas o complementar las carencias.
Prepararles para seguir su propio camino
Toda verdadera educación nace del amor, y por lo tanto es desprendida. Los padres no han de buscar proyectarse en los hijos. Deben ayudarles a encontrar y a seguir su propio camino, su vocación profesional y cristiana. Llegado el caso de que el hijo, o la hija, les plantee una elección seria, han de ofrecerles su consejo, pero siempre con una actitud de respeto.
Aceptar también que se rebelen, incluso que se alejen y rechacen la vida cristiana. La actitud de los padres en momentos de crisis es clave para que los hijos vuelvan. Los hijos han de verles serenos, con una actitud dialogante, firme en lo necesario, flexible en lo convencional. Son tiempos, a veces largos, en los que se ha de confiar en Dios, que es más padre y madre y quiere más que nosotros a ese hijo, y en el poder de la oración. Ha de ser una esperanza alegre, porque los dramatismos y la amargura alejan. Seguimos confiando en ese hijo, en esa hija, y sobre todo en Dios, que es siempre fiel a su paternidad: aunque ellos se alejen de Dios, Dios no se aleja de ellos. Tampoco los padres se deben alejar del hijo, su actitud ha de ser siempre cercana y acogedora.
El aprendizaje del amor. Una actitud abierta a los demás
El amor de los esposos es la primera escuela del amor. Es clave la actitud generosa ante la vida, también porque los hermanos son una gran ayuda para aprender a querer y a ser generoso. Preparar para el amor humano, tratar del origen de la vida con cada hijo, de modo progresivo, claro, natural, adecuado a lo que necesita conocer en cada momento. Saber adelantarse para que conozcan por sus padres las dificultades que pueden encontrarse, el modo de evitarlas, de luchar y el daño que les puede hacer no enfrentarse a ellas.
La familia ha de tener una actitud abierta a los demás. Es la primera escuela de la caridad cristiana. La preocupación por los enfermos, los ancianos, la ayuda a los necesitados, la han de aprender de sus padres y la han de vivir ellos, de modo adecuado a su edad. Es un modo vivo de comprender la dignidad de toda persona. Que sean conscientes de que aún más graves que las carencias materiales son las carencias espirituales: la soledad, la falta de esperanza y sobre todo la falta de Dios.
Actitud abierta al mundo que es de ellos. La nueva evangelización es una tarea a la que todos estamos llamados. Saber presentar la belleza y la armonía de la visión cristiana del hombre y de la sociedad, que propone siempre soluciones respetuosas con la libertad del hombre y su dignidad.