martes, 15 de febrero de 2011

Aprendiendo sobre la construcción de la paz


La construcción de la paz es una prioridad de la Conferencia del Episcopado Mexicano, plasmada en la exhortación pastoral Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, publicada hace un año. Y con el propósito de conocer experiencias de construcción de la paz, viajé con una delegación mexicana a Bogotá, Colombia, para participar en la 90º Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano que versó sobre la “Pastoral para una Colombia reconciliada y en paz”.  Colombia sufre desde hace varias décadas, situaciones de conflicto y de violencia. Durante décadas el país se ha desangrado a causa de la confrontación entre el Estado y diversas fuerzas guerrilleras y bandas criminales. En ese contexto, la Iglesia no ha sido ajena a esta realidad dolorosa; ha puesto su cuota grande de sacrificio con la muerte de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos comprometidos; su labor se ha visto impedida y han sido, a veces, restringidos sus derechos. Pero, sobre todo, ha intervenido de manera valiente y decisiva en la proclamación de la necesidad de la paz y ha intervenido de diversas maneras para atenuar la crueldad del conflicto y para señalar caminos de paz.   Nos llamaron particularmente la atención proyectos locales de reconciliación y construcción de tejido social, los diálogos pastorales diocesanos con personas y grupos en violencia, los Programas de Desarrollo y Paz en 21 diócesis, las experiencias de mediación, los testimonios de atención a víctimas, la Comisión Nacional de Reconciliación liderada por la Iglesia y la colaboración de la Conferencia con los procesos diocesanos y locales.
México, como país,  necesita urgentemente un proceso con proyectos y pasos concretos a favor de la paz, amenazada por diversas formas de violencia. En la Arquidiócesis de Acapulco hemos decidido comprometernos en el año 2011 en la construcción de la Paz y quiere contribuir con acciones específicas con ese fin, llamamos a quienes realizan acciones que amenazan la paz a que las eviten, queremos formarnos en construir la paz, al mismo  tiempo hacemos  un llamado a todas las personas de buena voluntad y a las instituciones públicas y privadas a incorporarse, cada quien desde su ámbito propio, a esta necesaria misión de construir la paz.
Reconciliación corresponsabilidad social.
Una vez que el proceso electoral ha concluido, se precisa que las instituciones públicas y los ciudadanos volvamos a las actividades que tienen que ver con el trabajo y la construcción del bien común, que se hace posible cuando todos participamos convencidos de que somos corresponsables en la vida pública.   Para ello, es necesario que se emprendan esfuerzos por una amplia reconciliación social que mitigue las pasiones desbordadas durante el proceso electoral. Hay que tomar en cuenta que el bien común es un valor superior al que deben subordinarse los intereses particulares o de grupos. La dinámica partidista tiene una función legítima en la sociedad en la búsqueda del poder para ejercitarlo con un claro sentido social. Así pues, los partidos políticos deben subordinarse al bien de la sociedad, que en este momento necesita una reconciliación como condición para que Guerrero pueda avanzar hacia condiciones de vida más dignas para todos. Por otra parte, es una exigencia de la democracia misma la colaboración de todos con las autoridades constituidas legal y legítimamente para conseguir el bien público.  Manteniendo las divergencias políticas, que en sí mismas son legítimas, los partidos y demás actores sociales están llamados a engrandecer su vocación al servicio del pueblo guerrerense abriendo oportunidades al desarrollo integral y a una más honda justicia social,  como frutos de la participación de todos.    


+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco


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