lunes, 6 de diciembre de 2010

"Sexualizando" a los niños

¿Qué pasa en Naciones Unidas y por qué nos afecta? La pregunta no es fácil de contestar, sin embargo daré un ejemplo, el más reciente.


El 25 de octubre, la Asamblea General de Naciones Unidas recibió un reporte radical de uno de sus “expertos”, el señor Vernor Munoz, quien proclama que existe un derecho humano internacional a una nueva, elucubrada, inaudita y confusa frase denominada “educación comprensiva de la sexualidad” (comprehensive sexual education).

El reporte “El Relator Especial Acerca del Derecho a la Educación” (The Special Rapporteur on the Right to Education) subraya principalmente cómo los niños tienen un supuesto derecho a la educación sexual “sin interferencia de los padres, de la religión y de ideas patriarcales anticuadas que fueron ideadas para reprimir la sexualidad”.

En otras palabras, de acuerdo a este reporte, a los niños de 5 años o aún de pre-escolar debe enseñárseles acerca de su “derecho” al placer sexual.

El reporte aduce que introducir la educación acerca de este supuesto derecho humano a “experiencias sexuales placenteras” requerirá que la homosexualidad y diversas identidades de género deben ser difundidas en las escuelas y enseñadas como algo normal.

En los primeros párrafos del reporte, Munoz expone sus ideas acerca de que la religión constituye un obstáculo para la satisfacción sexual. Afirma que la religión promueve el patriarcado y éste busca controlar la sexualidad, es “un sistema del orden social que impone la supremacía del hombre sobre la mujer… determina roles estrictos para hombres y mujeres y aun divide los sexos contra ellos mismos” (Párr. 7). El reporte añade que “la gente joven que cree en la completa igualdad de género, tiene mejor vida sexual” (Párr. 21).

Este texto ataca directamente las enseñanzas religiosas y culturales que enfatizan la abstinencia y considera los intentos de los padres de proteger a sus hijos de la inapropiada educación sexual como una “barrera” para los niños, quienes tienen “derecho” a la educación comprensiva de la sexualidad.

Además, advierte que en algunos casos “la educación sexual ha sido obstruida en nombre de ideas religiosas” y descabelladamente afirma que “la educación comprensiva de la sexualidad actúa como fiador de un entorno plural y democrático”.

Uno de los aspectos más inquietantes de este reporte son los esfuerzos del relator para disminuir la participación de los padres en la educación sexual de sus hijos, pues, según el reporte, en este aspecto los padres no tienen nada que ver.

Alude a la Convención sobre los Derechos del Niño (CRC, por sus siglas en inglés) y abiertamente afirma que una barrera para la educación sexual es “permitir a los padres que se eximan de esa educación” (Párr. 27) y que ésta debe ser una parte obligatoria de la educación primaria.

Tal parece que el relator cree que aun a los estudiantes de educación elemental debe enseñárseles acerca de su “derecho al placer sexual”. El matrimonio sólo se menciona en una ocasión en un contexto negativo (Párr. 69).

Extrañamente se refiere de manera continua al necesario papel del gobierno para proveer de “mejor vida sexual” para gente joven y al “objetivo de educación para la sexualidad”, es decir, no eduquemos a nuestros hijos, el gobierno les enseñará todo lo que ellos necesitan saber sobre sexualidad, ¿será esto posible?

No sólo eso, sino que no pierde la oportunidad de promover la “diversidad sexual” a través de los Principios Yogyakarta, documento subversivo que busca redefinir el género y promover reconocimiento legal y social, protección y promoción de todos los tipos de orientación sexual, mediante la de-construcción de los roles masculino y femenino y el apoyo a la “normalización” de un amplio rango de comportamientos sexuales.

Los países que apoyaron este reporte imponiendo su concepto de “derechos sexuales” al mundo, incluyeron a la Unión Europea (27 países), Canadá, Suecia, Noruega, Suiza, Liechtenstein, Argentina y Portugal.

Pero también muchos Estados miembros de la ONU lo rechazaron: la Federación Rusa, la Santa Sede, los Grupos Árabe y Africano, la Organización de Países Islámicos (OIC), CARICOM (Coalición de Estados Miembros Caribeños) y EU, que expresó su apoyo al derecho a la educación, pero añadió que no existe un derecho internacional a la educación comprensiva de la sexualidad.

Lo que la Santa Sede declaró acerca de este reporte, fue enfocado desde el punto de vista de los derechos anteriores de la familia y de los derechos y responsabilidades de los padres a la educación de sus hijos de acuerdo al mejor interés de los niños.

“Un hombre y una mujer unidos en matrimonio junto a sus hijos forman una familia que constituye la unidad grupal natural y fundamental de la sociedad (Declaración Universal de Derechos Humanos, 16-3).

“Esta institución es previa a cualquier reconocimiento por la autoridad pública, que tiene la obligación de reconocerla. En la familia el niño aprende valores morales, comienza a honrar a Dios y a hacer buen uso de su libertad. La vida familiar es el inicio de la vida en sociedad”.

Menciona además que otros instrumentos internacionales han afirmado consistentemente el derecho y responsabilidad de los padres a la educación de sus hijos: CRC (Art. 18,1); la Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos y el Convenio sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales que llaman al respeto de la libertad de los padres “para asegurar la educación religiosa y moral de sus hijos en conformidad con sus propias convicciones” (ICCR, Art 184 y ICESCR, Art. 13,3).

CARICOM entregó una declaración criticando fuertemente el reporte: “De acuerdo al entendimiento de CARICOM, un derecho a la educación sexual, un derecho a la educación comprensiva de la sexualidad o un derecho a la educación de la sexualidad, no existen en ningún instrumento de derechos humanos acordado internacionalmente…

“Por tanto nosotros deseamos interponer y asentar nuestra fuerte desaprobación de este intento por el Relator Especial para crear un nuevo derecho dentro del derecho a la educación universalmente establecido, habiéndose excedido en su mandato y al mandato del Consejo mismo en el proceso… Nosotros lo tomamos como una ofensa del Relator Especial, al haberse permitido introducir sus intereses personales a expensas de los Estados Miembros”.

Sin embargo no todo ha terminado. Un delegado de NU advirtió que todavía se necesita permanecer en alerta, ya que las naciones que apoyaron el reporte sexual radical aún tratarán de que éste sea endosado, al deslizarlo en alguna resolución e intentar legitimarlo.

Lo importante es que la oposición que se desató contra este reporte del Relator Especial de NU a través de Internet, de la Santa Sede y de coalición de países dejó claro un mensaje importante: ¡No existe un derecho internacionalmente reconocido a la educación comprensiva de la sexualidad!
(Por Norma Mendoza Alexandry de Yoinfluyo.com 18/11/2010)

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