Por José J. Castellanos
Martes, 25 de enero de 2011
Las transiciones políticas no son fáciles. El grupo autoritario en el poder se aferra al mismo y busca todos los medios para sostenerse en él. Cuando finalmente cede por la presión social, la externa y sus propias divisiones, no por ello deja de soñar con el retorno al poder. Los estudiosos de las transiciones advierten, cuando se trata de gobiernos militares, de la continua tentación de nuevos golpes de estado. Los “duros” del viejo sistema suelen estar al acecho y encuentran en los problemas económicos, políticos o sociales que tienen que enfrentar los nuevos gobiernos, el pretexto para dar marcha atrás.
Uno de los temas que suelen utilizar los golpistas, a fin de preparar su retorno, es la inestabilidad o fracaso económico, así como los problemas sociales que afloran en el proceso de la transición, aunque provienen del pasado, pero permanecían ocultos por la falta de libertad de prensa. Los duros se encargan de enfatizar esta realidad mediante su capacidad de comunicación no perdida. De esta manera, se prepara a la sociedad para que sea receptiva a la regresión, haciéndole añorar “los buenos tiempos de antes”.
El modelo autoritario mexicano construido por el PRI en el Siglo XX fue experto en comunicación para difundir su mensaje y ocultar la realidad, haciendo creer a la sociedad que las cosas iban bien, cuando estaban mal. El sistema contó con comunicólogos o con un buen diccionario de sinónimos para ocultar la realidad. Esto se manifestó, sobre todo, en los años de las crisis recurrentes que dieron al traste con el desarrollo y la economía nacionales. Entonces no había inflación, sino especulación empresarial; tampoco devaluación, sino ajuste de la paridad, desliz, etc. Se manejaba el lenguaje de forma tal, que ocultaba la realidad.
Ahora, en cambio, se pretende responsabilizar al gobierno de la transición de una nueva década perdida, cuando, en realidad, fueron los ochentas, principalmente con Miguel de la Madrid, cuando el país vivió sus peores momentos económicos.
Vale la pena comparar la historia de aquellos años, que muchos ya no recuerdan y otros no conocieron, para conocer cómo la estrategia de la mentira de los priístas pretende hacernos ver estos tiempos como un desastre y los suyos como el paraíso.
Los problemas se iniciaron con Luis Echeverría, cuando estalló la primera crisis económica, cuando a fines del sexenio el Banco de México “se retiró” del mercado para dejar flotar el peso y se produjo una brusca devaluación del peso en 76%; la historia se repitió con José López Portillo, con una devaluación de 866% en su sexenio; con Miguel de la Madrid fue de 1443%, y con Ernesto Zedillo 173%. De 1992 al 2000 la devaluación porcentual anual promedio del peso fue de 15.7%. ¿Qué ha ocurrido con los Gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, de 2001 a 2009, la devaluación promedio anual ha sido de 3.9%. Esa es la verdad, no la mentira priísta que hoy nos quiere convencer de que ellos sí supieron manejar la economía.
Si analizamos las dos últimas décadas, podemos observar que la deuda pública externa con el PRI creció de 1992 a 2000 un promedio de 27.4 del PIB, en tanto que del 2001 al 2009 lo hizo en 9.6%. Actualmente las reservas internacionales han alcanzado niveles históricos, cuando con López Portillo y Zedillo no teníamos solvencia y tuvimos que recurrir al apoyo extranjero para salir de la crisis. En cuanto a atracción de inversión extranjera, en el mismo lapso del gobierno del PRI se atrajeron 8 mil 867 millones del dólares, en tanto que con el PAN se atrajeron 16 mil millones de dólares. Además, parece haberse olvidado el FOBAPROA y sus consecuencias.
Junto a esos número macro, las cifras revelan que con Salinas y Zadillo el ingreso per cápita de los mexicanos fue de 5 mil 100 dólares, en tanto que con Fox y Calderón llegó a 8 mil 386 dólares. Al mismo tiempo, la inflación con el panismo ha sido de un promedio de 4.4% en el sexenio de Fox y hasta ahora de 4.6% con Calderón. Frente a un 35.7% con López Portillo; 86.7 con Miguel de la Madrid; 15.9 con Salinas y 22.6% con Zedillo. Esto ha redundado en el incremento del poder adquisitivo de los mexicanos.
En cuanto a inversión en infraestructura por parte del sector público, a precios constantes de 2009, Zedillo canalizó 97 mil 394 millones de pesos; Fox 150 mil 844, y en lo que va de este sexenio se han invertido 171 mil 148 millones de pesos. A ello se puede agregar que mientras de 1995 al 2000 la iniciativa privada invirtió 10 mil 926 millones de pesos en infraestructura, en el actual sexenio se han invertido 45 mil 227 millones.
¿Cuándo hemos estado mejor? Una cosa es la realidad y otra las mentiras políticas.
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